Ayer tuve una acostumbrada sesión de trabajo semanal con el cliente al que fui asignado. En ella presentaron a dos personas más que se unen a Data Engineering, una en Texas, USA, y la otta en Turquía (pero mudándose a Thailandia en una semana). Esta empresa tiene sus oficinas en Colorado, USA, y quien está a cargo de Data Science radica en Minnesota, USA.
Más tarde, me uní a un webinar organizado por una compañía enfocada a servicios para machine learning & data science, donde trataron tendencias y expectativas para el siguiente año. Hablaron de una persona que se une a esta empresa, quien antes fue jefe de ML en Apple y que a parecer renunció a ésta por diferencias sobre el trabajo desde casa. Lo que dio lugar a que se abordara el tema.
Se habló de tres esquemas: el trabajo remoto, el trabajo presencial (en la oficina) y los esquemas híbridos. Uno de los «webinaristas» (de hecho uno de los fundadores de la empresa patrocinadora del webinar) habló de ser «alguien que necesita el contacto humano e interactuar con la gente» (yo, por mi parte, soy todo lo contrario) y vi que olvidaba dos factores más a lo indicado en la pasada entrega de esta serie.
Aunado a los malos administradores y CEOs explotadores (que les causa estrés no poder saber con certeza si la gente está trabajando o no), debemos sumar a todos estos individuos que no pueden con la soledad o la falta del contacto con otros homo sapiens, junto con los que se pasan de listos y hacen de todo menos devengar el salario que perciben por su trabajo (como aquello que se la pasan escribiendo entradas en su blog personal). Si en algún momento se pierda esta cultura del trabajo remoto va a ser por su culpa.

Esta entrada aquí termina, pues debo regresar a trabajar.
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