Entornos opresivos(2)

Tuiteaba hace unos días

Mientras escribo esta entrada y hago cuentas del tiempo, veo que es una década desde aquel entonces; es decir, desde que tuve que laborar en un entorno que (por motivos «de seguridad», de cumplimiento con disposiciones gubernamentales y algunas ocurrencias corporativas y de los jefes) se imponía una forma de trabajar en la que se consideraba que el empleado debía identificarse plenamente para permitírsele hacer cosas (ya sea buenas o malas) aunque estas fueran limitadas y muy por detrás de la vanguardia tecnológica. Algo que desde aquel entonces he evitado reencontrar.

He tenido la fortuna, en esta década, de poder explorar la libertad creativa que a uno le da el poder trabajar sin límites. Claro, estoy consciente que pese a ello uno debe ser disciplinado y hacerlo en forma responsable (algo que, bueno, no puedo negar fue el aprendizaje de ese entorno laboral que tanto me disgustaba). Pero, la gente de desarrollo no puede trabajar bajo las mismas restricciones que las de negocio. Esto tal vez requiera dar algunas explicaciones adicionales sobre esto pero por el momento quedan fuera del alcance de esta entrada. Sobre lo que si puedo elaborar algunas explicaciones adicionales es (y quizás, el lector se pregunte) sobre el porqué mi molestia sobre el asunto. Creo que se entenderá, que no estoy contra la disciplina ni el orden (como decían mis profesores de secundaria: una cosa es libertad y otra libertinaje). Mi disgusto, tras reflexionarlo ya en varias ocasiones, proviene de eso último que señalaba dos párrafos atrás y algo más (ese sentimiento que experimentamos cuando un agente de tránsito nos sermonea sobre aquello por lo que nos extenderá una infracción, pintándonos como los únicos que transgredimos la ley).

Creo que mi profesión (la informática) es una totalmente creativa (podría anotar algunas otras profesiones o actividades que considero no lo son pero no dudo que alguien podría decir, e incluso, demostrarme lo contrario). Además, tanto el área de conocimiento a la que pertenece, como las tecnologías en las que se sustenta, están en constante cambio y evolución, a un ritmo que pocas otras pueden igualar (si no es que ninguna otra lo hace). Así, el encontrarse trabajando en un entorno en el que a uno se le encuadra para trabajar de determinada forma y con determinada tecnología, sin posibilidad de explorar alternativas y nuevas soluciones hasta que ésta sea homologada por un área o individuo de visión mas corta, es un presagio a la obsolescencia. A esto le sumo esa frustración por ser limitado por lineamientos de negocio más «el sentir» o la necesidad de «salir en la foto» de individuos que están a cargo de cosas que muchas veces no entienden. Cosas que sólo pueden ser calificadas de ocurrencias o caprichos para aparentar que se cumple más que el proveer algo.

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