Me rehuso a completamente abandonarme a la tecnología (la cuál no es infalible), trato de seguir ejercitando memoria cuanto sea posible. Anoto y hago uso de lo que el cómputo móvil nos ha traído, pero siempre está el recelo de que la pila se agoté, el registro se corrompa o el dispositivo sea robado y nos deje peor a como inicialmente estábamos. También está ese recelo a la dependencia de ese registro, sacarlo, arrancarlo y buscar lo que necesitamos; sin mencionar el que queda expuesto como algo valioso para nosotros y por tanto objeto de codicias de terceros.
La administración de credenciales se ha vuelto un dolor de cabeza no sólo en el ámbito profesional sino en el personal también. Es muy difícil que alguien ya pueda recordar tanta contraseña e identificadores (sin mencionar direcciones, localidades o lo que sea para ubicar donde deben usarse) como para que además le sumemos la necesidad de rotación de passwords que las buenas prácticas señalan. A todo esto sumémosle además el que muchas de estas contraseñas quedan registradas sólo una vez en las aplicaciones (generalmente en el registro de la cuenta o en la configuración inicial) o el que se trate de servicios o aplicaciones en las que se accede a ellas de forma esporádica. Al final, no es difícil ver que haya hoy más que antes, datos que el tiempo nos hace olvidar.
Así, no es de extrañar el que cada día se nos ofrezcan alternativas para no tener que depender de nuestra memoria y para suplir la necesidad de un registro infalible. Los navegadores de páginas web principalmente, nos ofrecen continuamente recordar el usuario y contraseña para evitar tener que introducirlo cada que lleguemos a donde se require. Una facilidad que nos priva de ese ejercicio que nuestra memoria require para lo que sería fácil de recordar por repetición.
Las facilidades de estas aplicaciones son también un eslabón que debilita la cadena de secrecía que idealmente debemos desarrollar, pero que a veces llega a parecer absurda. El conocimiento de eventos de robo de contraseñas de usuarios por mantenerlos con estas facilidades es algo de lo que sabemos de forma regular.
Las necesidades de la vida digital de nuestra era nos lleva a reforzar la seguridad ya no con algo que sabemos (el password) sino con algo que tengamos (materializada en tablas de códigos adicionales o en generados de contraseñas, tokens, físicos o virtuales).
En fin, usuarios o profesionales, ya no estamos a salvo, ninguno, de las necesidades de protección para acceder a donde hoy se nos requiere virtualmente.
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