Como relataba hace tiempo, mis padres tenían ciertas preferencias musicales educadas. Ya antes he escrito de esas experiencias radiofónicas y recuerdos, por lo que la música popular norteamericana fue de lo primero que llegué a escuchar (baladas, algo de rock suave, música de las grandes bandas, temas de películas). Hoy en día muchos le dicen «música de elevador».
En la época de mi primaria, los gustos de mi mamá estaban al rededor de la música de compositores clásicos y de Ray Conniff, Frank Pourcel y Herb Alpert. Los de mi papá con Sérgio Mendes, Carole King, jazz y soundtracks; por mencionar algunos. Por supuesto había muchos otros, pero esto es lo que ubico por los discos y cassettes que teníamos en casa. Así que mis gustos y preferencias musicales se alineaban con lo que ellos ponían en la radio y en los reproductores en casa. Esas son las primeras imágenes y recuerdos musicales. Por supuesto, en estas estaciones de cuando en cuando se filtraba alguna composición de The Beatles, Queen y otros grupos que hoy son ya parte intrínseca (si no obligada) de nuestra cultura popular.
Y sí, ellos conocían de música popular y tradicional mexicana pero no era algo que les entusiasmara, por lo que yo crecí sabiendo más de música extranjera que de la nacional. No sería hasta la secundaria cuando sabría de algunos compositores nacionales y de canciones en español, sobre todo porque algunas estaciones comenzaron a meter en su programación música popular y contemporánea en español. No se si estrategia comercial o algunas imposición por reclamos de la falta de difusión de la producción de autores e intérpretes nacionales. Pero eso fue ya en los 80. Primero, durante los 70, hubo que sobrevivir a la música disco, mortalmente repetitiva. Recuerdo los corajes de mis padres cuando escucharon invadidas sus estaciones de radio por música de dos o tres acordes, más dos o tres palabras, repetidas ad nauseam. Época en la que estaba en la primaria, muy alejado al respecto de gustos y preferencias musicales.
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