Obsolescencia y reparabilidad (2)

Hace tiempo leí «La Variable Hombre«, de Philip K. Dick. Una historia corta de ciencia ficción que me recordó algunos relatos similares. A mi mente vinieron al menos otros dos o tres similares de Isaac Asimov, donde se relata como el hombre ha perdido, de alguna, forma el conocimiento de algo (que entonces es producido sin intervención humana o que se mantiene en forma empírica, pero que de descomponerse no se sabrá como repararlo o reproducir los resultados). Para muchos pareceré fantasioso o inverosímil, pero lo cierto es que ocurre todo el tiempo. Basta trabajar en algún área de informática y computación para encontrarse con casos de código que es mantenido sin saber a ciencia cierta lo que hace, por dar un ejemplo.

En esas obras también, explícita o implícitamente, se menciona una labor arqueológica, forense o de ingeniería inversa y tengo varias entradas en este blog donde he venido tocando esos temas, incluido el de la obsolescencia. Pero, poco he tratado uno muy a la par de éstos y que me parece merece ser notado. Es un tema en el que de hecho, creo yo, los mexicanos somos expertos: las reparaciones (especialmente las improvisadas).

Conviene antes hacer una aclaración importante, pues la reparabilidad va de la mano con la obsolescencia. Tengamos presente que todo producto al ser comercializado en su inicio, dista mucho de ser perfecto, podrás ser bonitos, útiles o innovadores, pero la verdad es que en su mayoría son imperfectos. Mejoras se irán haciendo conforme el producto se usa, tiene éxito y madura. Hay una frase o cita (que en estos momentos me parece algo difusa y que atribuyo a Peter Drucker) que me parece recordar versa sobre el éxito en la adopción de una tecnología o método, que no se mide en las ganancias que pudiera generar sino en su adopción (y así también, imagino, la rapidez con que se logra), lo mismo con un producto y (acorde con lo escrito al inicio de este párrafo) y su permanencia (siendo el éxito total cuando se incorpora como un elemento cultural, aunque sea por breve tiempo).

No hace mucho, también, diferenciaba entre la obsolescencia, la obsoletización y el envejecimiento de los productos. Las primera y última, son parte del ciclo natural de vida de los productos. La segunda es más una estrategia comercial de la empresa que los produce o el resultado de la batalla entre varias de éstas, pero lo importante es que para este caso es algo forzado, acelerado y artificial (dentro de ese ciclo de vida que vemos como «natural»). Si bien todo esto es lo que hace mover a la economía mundial, trae efectos perjudiciales, especialmente en lo que a la basura electrónica se refiere y que ha sido advertido desde hace mucho tiempo5. La posibilidad de reparar y de actualizar nuestros aparatos electrónicos es, y quizás la única, forma de frenar y reducir esta espiral perniciosa. A este respecto, diversas acciones y noticias han estado apareciendo por ahí que vale la pena considerar a este respecto y de los que pienso escribir en otras entregas.

Referencias

  1. Gabriela Chávez, «Basura electrónica, un riesgo latenteExcelsior, sección Dinero; Ciudad de México, 2012.12.27. URL: http://excelsior.com.mx/periodico/flip-dinero/27-12-2012/portada.pdf

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