De fraudes y revocaciones (3)

López Obrador promueve el empoderamiento del pueblo como algo necesario para poder tomar iniciativas que beneficien a la población y no a unos cuantos. Claro, él no ha predicado con el ejemplo; ha vuelto a los esquemas de adjudicaciones directas, bajo el pretexto que se hacen honestamente, en lugar de las licitaciones (sobre las que considera hay intermediarios que incrementan el costo del proceso o se roban los recursos).

Claro, él actúa sin consultar al pueblo para toda acción que lleva a cabo en su administración. Las consultas que se han hecho (como la del nuevo aeropuerto) han sido más propagandísticas que otra cosa, pues incluso la gente menos preparada ha declarado el no saber ni estar capacitada para tomar decisiones que el Jefe del Ejecutivo debería tomar (para lo que fue electo), ni ser experta en temas que se requieren para sopesar pros y contras para tomar decisiones. Su administración y vida familiar ha venido siendo expuesta en escándalos de corrupción, despilfarro y prácticas que rayan en la ilegalidad (o que son ilegales pero no será perseguidas en este sexenio), llevando a que su discurso de honestidad y austeridad quede meramente en sólo un buen deseo.

Todas estas acciones de «consultar al pueblo» son sólo para «pasar el changuito» (evitar la responsabilidad) o dar algo de «pan y circo» para entretener a la población (lo que en México decimos «dar atole con el dedo», una mera práctica engañabobos).

Entonces, este ejercicio «democrático» de buscar establecer un mecanismo para preguntar al pueblo «¿cómo vamos?». Pregunta que raya más en una táctica distractora de una mala administración que en una buen práctica.

Ante los ojos de muchos, debe de resultar extraño que un gobernante (democráticamente electo) ofrezca mecanismos o motivos para que se le retire del cargo. Considerando el esfuerzo que se requiere y los recursos que se invierten para que alguien sea electo, parece algo paradójico que el elegido pida una opinión sobre si está haciéndolo bien y solicitar que se le retire si no es así. Personalmente creo es señal de inseguridad (que se disfrace o que se venda como un ejercicio democrático es mera demagogia). Nuestro sistema político y electoral, desde los tiempos de la Revolución Mexicana ha sido por apostar a una visión de gobierno o desarrollo, que para bien o para mal, durará seis años y al final de estos se recompensará o no permitiendo «la continuidad» de una corriente ideológica permitiendo que otro gobernante emane del mismo partido político al que pertenecía el anterior. Es un «cheque en blanco» que se extiende en cada elección. Renunciar a ella no parece algo que hagan quienes luchan por éste ni por mero sentido común.

sí, muchos han etiquetado la idea de la consulta de revocación de mandato sólo como un mero capricho para hinchar aún más el ego de Lopez Obrador. A partir de ello es que se llama a no participar. Se argumenta que es un gasto inútil para el INE. Pero, lo cierto es que el gasto ya ha sido hecho, y si será o no un desperdicio queda en nuestras manos.

Hay quien dice que no debemos participar en ella pues no hay garantía de que se acate el resultado de no ser éste favorable a la continuación de López Obrador en el cargo. Creo que la mayoría estaremos de acuerdo en que López Obrador no aceptará un resultado adverso, declarará manipulada la encuesta no cumplirá su palabra. Saber esto debe ser desmotivante para muchos. Hay quien señala que sólo es una farsa y simulación pues si el resultado es para que se deje el cargo, no está claro quién lo sucederá y bien puede traer a alguien peor o a alguien que será sólo un títere de López Obrador.

En fin, argumentos en contra a participar hay muchos, como también argumentos de los promotores de la consulta echando mano del chantaje sobre la pérdida de esas dádivas que se dan en pensiones y becas, perder lo que se ha ganado ante una clase dominante o elitista que vivía a expensas del erario, o el permitir el regreso de la opresión por parte de «clases privilegiadas» (que no necesariamente es sobre gente adinerada (empresarios, industriales, hacendados) sino gente que hizo de la política su modus vivendi y ha venido sistemáticamente saqueando las arcas de la nación.

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