Recientemente escribía de mis últimos resultados en la búsqueda de empleo y de lo que he llegado a tuitear un poco.

A la par de estos eventos recibí un correo de la coordinadora del programa de posgrado al que estoy adscrito en la UPIICSA. Resulta que el CONACyT cambió ciertas reglas con respecto al criterio del otorgamiento de sus becas y la pertenencia de los planes de estudio a su clasificación de «posgrados de calidad», creo algo muy ad hoc al pensar de la 4T. El correo era para solicitar ayuda y participación en el escrito dirigido a la directora del CONACyT para que los alumnos del programa de Maestría en Informática (que no pertenece a esta clasificación de «posgrados de calidad»… larga historia) pudieran ser beneficiarios de la becas del CONACyT.
En el escrito se mencionaba algo que se ha venido incluyendo en cuanto escrito se elabora al respecto de pertinencia y justificación de la existencia del programa de Maestría en Informática de la UPIICSA. Se suele mencionar que la UPIICSA se encuentra ubicada en una zona industrial de mucha actividad y que por lo tanto coadyuva, ayuda o aporta a su entorno comunitario al proporcionar egresados de alta calidad para incorporarse en actividades productivas relacionadas con la computación, informática y comunicaciones. Bla, bla, bla.
La verdad esta visión me molesta mucho, pues esa «zona industrial de alta actividad» es sinónimo de actividades de maquila, producción de productos regulares y servicios de poca monta. Es una zona en la que se busca a un «científico de datos» y se le ofrece un salario que no supera los $20,000.00. Se trata de una zona en la que podrá haber empresas de consultoría y de desarrollo de software cuyo mercado precisamente se limita a las empresas de dicha zona. Aunque parezca «clasista», discriminatorio, pedante, arrogante o altanero de mi parte (como muchos podrán opinar), lo cierto es que yo no imparto clases preparando al estudiante para puestos en una PyME aledaña en la que no pasará de desarrolla programitas, atender una base de datos en una PC, instalar paquetería o hacer minería de datos en Excel.
En las clases que imparto, no sólo busco transmitir un poco de mi experiencia profesional; experiencia que uno va reuniendo a lo largo de mucho tiempo de interactuar con personas, problemas y situaciones que exigen algo más que lo que se puede encontrar en un libro. Busco exponer a mis estudiantes a los mismos problemas que, creo, deben ser presentados en cualquier otra universidad de primer punto, y trato con ellos de explorar esos problemas abierto y las soluciones planteadas en el estado del arte de la ciencia y tecnología. Preparo a mis estudiantes para un actuar que requerirán para ingresar a un empresa grande nacional o multinacional; demando de ellos la actitud y nivel de respuesta que cualquier empresa con oficina en «Las Lomas», Polanco o Insurgentes y con presencia nacional o internacional esperaría de un puesto o trabajo competitivo contra cualquier otra empresa similar en otro país; que puedan envisionar participar remotamente o ingresar a cualquier empresa que está cambiando al mundo e interactuar con investigadores y desarrolladores de ciencia y tecnología aplicada, no sólo académica. Puestos con una remuneración de 5 veces, al menos, a lo indicado en el párrafo previo.
La UPIICSA no es una escuela rural o de una provincia con un desarrollo económico limitado y circunscrito a una zona geográfica. Es una escuela de una de las universidades públicas más importante en el país y enclavada en una de las más grandes ciudades del mundo. La más importante de las tres en las que se desenvuelve la mayor parte de la actividad productiva del país. Pensar y promover que sus egresados retornarán a la sociedad la inversión puesta en ellos participando en la comunidad alrededor de la escuela, no solo me parece mediocre sino además falso.
Así, modifiqué y propuse el arreglo de la redacción del escrito buscando reflejar estas ideas y aspiraciones. Es bien sabido que la actual directora del CONACyT, además de ser partícipe y promotora de las políticas públicas populistas y demagogas de la 4T, ve con malos ojos todo aquello que suene a iniciativa privada, calificándola de «ciencia neoliberal». Una actitud que nos remonta a los nazis y su desdén por los trabajos de muchos físicos (incluidos los de Einstein, y a los que calificaron de «ciencia judía») y que si bien no fue lo que los llevó a su derrota si evito que adquiriesen y desarrollaran conocimiento y tecnología con la que sin dudas hubieran subyugado al planeta. Ignoro por el momento si mi propuesta de redacción fue tomada en cuenta pero estoy convencido de que es una visión adecuada.