«Meta» y «objetivo» son dos términos que aparecen mucho en nuestro lenguaje cotidiano. Quizás demasiado y por ello el que su uso sea ya descuidado. Cotidianamente se manejan de forma indistinta, profesional y académicamente se les considera distintos.

Una meta es un resultado deseado que una persona, o un grupo de éstas concibe, planea y se compromete a lograr. Un punto final deseado para algún desarrollo o crecimiento asumido, esperado o considerado dentro de un tiempo infinito o tras una serie de pasos o etapas previas (cada una con un plazo o duración definidos). La meta es un deseo que se plantea cumplir a largo plazo. Puede establecerse como el resultado final de la planificación, el fin último del proceso.

El objetivo es una acción específica que se quiere ejecutar para conseguir un resultado deseado y se plantean como algo tangible que requiere acciones detalladas. Por tanto, tienen un periodo y limitaciones de las condiciones dentro de las cuales se declara ese objetivo.
Generalmente, los objetivos se establecen como pasos o acciones que conducen hacia el logro de un propósito más grande, que es la meta. Ese conjunto de pasos, sus tiempos de ejecución, duración, recursos, pre requisitos y resultados (de cada paso), comprenden un plan. El plan, junto con los recursos involucrados y contexto en el que se gesta y desarrolla, así como el resultado de éste, definen un proyecto.