Yo recuerdo que me gustaba mucho el trabajo de doblaje que se escuchaba en los programas de televisión de las décadas de 1960 a 1980. Creo que era bueno. Tiempo en el que el doblaje se limitaba a las series de televisión. Uno sabía que si era una película, habría subtítulos. No recuerdo cuándo fue que en los cines empezaron a aparecer funciones con doblaje (haciendo a un lado al cine infantil y parte del juvenil, donde se entiende que el doblaje es necesario). Así que, para la década de 1990, ya era común ver las cintas dobladas en televisión. Para la década de 2010, llegó un momento en el que encontrar funciones con subtítulos era difícil (sólo en ciertos horarios y localidades).
Hace tiempo que por ahí se publicó que por ley debería ofrecerse subtitulaje a la par del doblaje, pues recursos legales impulsados por el sector de la población con discapacidad auditiva estaba siendo olvidada ante la proliferación del doblaje. Algo que muchos celebramos pues, como decía al respecto de la popularidad que el doblaje cobró, considero que el trabajo se abarató al grado de encontrar no sólo los problemas de traducción sino también actuaciones mediocres, definitivamente malas, y ambientaciones acústicas casi ausentes.
Como era de esperarse, el gremio de actores o personas que prestan su voz para los doblajes que participa en estos trabajos se quejó de esta iniciativa y atacó a todos lo que celebrábamos se cuidara de permitir un mejor acceso al audio original. Sus argumentos eran el trabajo que realizaban y la dependencia económica de muchas familias sobre la industria del doblaje (o sea, la tradicional defensa de «importa lo que hago» y el obligado chantaje emocional). Por supuesto hay personas que están a favor del doblaje porque no les agradan los subtítulos o les permite acceder a materiales de entretenimiento que de otra forma no disfrutarían.
Pero en ese mismo sentido, «habemos personas» que hemos adquirido habilidad y capacidad para poder entender alguno de los idiomas originales de los filmes, que nos importa el guión, y que buscamos apreciar la banda sonora original, con música, efectos y todo lo que implica un trabajo en este rubro. No por nada se entregan óscares en estos rubros (técnicos y artísticos en lo que respecta al audio de una cinta). Y, considero, ningún trabajo de doblaje compite ni competirá con ni para ello.