Hace una semana perdí la señal de Totalplay, quien me provee de salida a la Internet.
En esta era pandémica en la que los hijos toman clase en línea y uno trabaja remotamente, entenderán que esto es todo un problema. Ya venía yo considerando contratar un servicio secundario de Internet precisamente para situaciones como ésta, pero la falla me ganó y entré en modo pánico (claro que me quedaba el celular pero es muy caro). Revisando opciones me topé con BlueTelecomm (una filial o algo así de Sky). En ese momento me pareció buena opción, pues era también otro medio, es decir no es por cable, es equivalente al celular pero más barato. Lo único malo es que debía esperar a que recibiera el módem, que entregaban por mensajería. Eso ocurrió el 27 de enero. Por supuesto, en ese momento me aplicaron el cargo de contratación y una mensualidad adelantada. Todo sumó más de $900.00 pesos.
Recibí el módem el sábado 30 de enero. Procedía a activarlo llamando al número que ya me habían dado. La chica que me atendió me pidió datos, me dijo que conectara el módem, me dijo que esperara y después de varios minutos me señaló que era cosa de esperar algunos minutos para que ya tuviera el servicio y eso era todo. Eso el sábado al rededor de las 14 ó 15 horas. Para las 19 horas nada de servicio. Llamé a servicio a cliente y me dijeron que debía esperar a que «registraran» el módem. Pero, dado que era sábado y había puente de por medio, debía esperar al martes 2 de febrero. Así, pacientemente, me resigné y lo hice.
Hoy es jueves 4 de febrero y no pueden con la activación del servicio. Cada vez que esto pasa no puedo evitar recordar la primera vez que hice la contratación de un servicio en línea por allá de 1993 ó 1994. Fue a través de un módem telefónico, en una PC con Windows 3.1 y un procesador 486 a 25 MHz. Fue un domingo por la noche. Al regresar del trabajo, al día siguiente, lunes, me topé con la sorpresa de que mensajería ya había entregado mi kit de subscripción al Servicio Profesional de Información (SPIN). Había sido entregado al mediodía. Eso era velocidad, y un verdadero significado de lo que era ser «profesional». Desde entonces he probado de diversos ISPs. Todos con pros y contras. Con Telmex, inicialmente sólo fue cosa de contratar el servicio, pero fue todo un desastre cuando me cambiaron de cobre a fibra óptica. Los contratistas son muy sucios. A diferencia de la contratación del Dish, la contratación de Totalplay fue sorpresivamente rápida y limpia. El mismo día que contraté por teléfono, ese mismo día tenía ya salida a la Internet, TV y línea telefónica.
Uno esperaría que contratando un servicio de Internet inalámbrico (y que pinta o podría ser móvil, aunque BlueTelecomm dice que no), contar con un servicio que no requiere la instalación del medio de transporte de la señal debería ser algo casi inmediato en esta era tecnológica. Pero no, no es así. Ni siquiera llegan a lo que yo ya experimentaba en la decade de 1990.