De miedo

Por alguna razón, a últimas fechas me han llegado referencias o documentación (principalmente digital,… y pensando en ello puede ser que no sea por mera coincidencia, sino que el leer el primero de ello propició que algún algoritmo en mi browser se sesgara a estos temas), sobre los efectos del envenenamiento radioactivo. Desde los accidentes en plantas nucleares, su uso contra espías o políticos, el «Chernobyl mexicano», hasta el ingenuo uso de usar una pintura con base en radio para pintar caratulas de relojes.

Por la TV y el cine, estamos acostumbrados a ver escenas sobre el miedo y recelo a la contaminación de o a la exposición a material radioactivo. Por las noticias también nos hemos llegado a enterar de aquellos casos en los que algún desecho médico o industrial se pierde o recicla para alguna cosa… y alguien muere. Noticias de las que uno se entera una vez cada un año o dos (y muchas veces en  un contexto histórico cuando se filtra algún documento), pero que no pasa de una o dos persona afectadas y de las que el mundo se olvida rápidamente. Noticias que recuerdo han aparecido desde que era niño. La verdad no ha sido hasta recientemente, por esas lecturas que me he dado cuenta lo peligroso que es la exposición a materiales y fuentes de energía radiante de alta frecuencia.

Por las historias que nos llegan en películas, TV o cómics, uno cae en la idea de que una exposición a radiación va acompañado de una explosión o destello (y parece que en la realidad, fuera de una explosión nuclear, esto sólo ha ocurrido una vez). Lo cierto es que rara vez es así y es mucho peor que ello, pues uno puede estar siendo expuesto a dosis de radiación sin saberlo, hasta que es muy tarde. Cuando uno siente los síntomas es porque ya hay daño, y cuando hay dolor es casi seguro que se tienen los días contados.

Exponerse a una dosis letal de radiación es morir en vida. El proceso degenerativo que sigue es terrible y grotesco. Literalmente la parte del cuerpo expuesta se muere (o comienza a morir), sin posibilidad de cura, y se pudre. Desde fuera o desde el interior del cuerpo. La verdad es espantoso el asunto.

Había considerado complementar este post con imágenes de estos casos pero son perturbadoras. Si alguien siente morbo o curiosidad por verlas, búsquelas por su cuenta. El punto de esta entrada es que no se subestime el aviso cuando se llegue a encontrar con el correspondiente aviso de advertencia.

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