Ya antes escribí una entrada titulada «Dos cosas» que nada tiene que ver con las dos cosas de las que quiero escribir en este post y que creo mucho son más importantes a las que entonces señalé.
Considero que, si hay dos cosas verdaderamente importantes en la vida son el respeto al tiempo y la vida misma. La irrecuperabilidad del tiempo perdido y la llegada de la muerte son dos cosas que, hasta el momento, no tenemos forma de superar. No podemos regresar al pasado para reparar los errores que cometemos en el presente así como no podemos resucitar a los muertos, ni evitar que la muerte nos alcance.
Tal vez inevitables, sí, pero podemos sacar el mejor provecho de lo que tenemos y vivimos si aceptamos lo inevitable y nos concentramos en lo asequible. ¿Para qué preocuparse de lo que vendrá y perderemos si mejor llegamos a ello mirando hacia atrás y apreciamos lo que logramos? Al final, está en nuestras manos hacerlo.
Para todo lo anterior, si nos aplicamos podemos, al menos, tener la seguridad de que vivimos una vida merecedora de ser recordada, y así el que supimos hacer uso del tiempo que se nos ha concedido vivir.
Sin embargo hay dos cosas a las que debemos temerles porque no necesariamente están del todo en nuestras manos. Están en manos de otros.
A las cosas que debemos temer son a la malicia y a la ignorancia humana. Dos condiciones que el hombre produce, y bajo las cuales ha cometido y continua cometiendo innumerables atrocidades.
El ser humano, al final, posee una voluntad y capacidad de ingenio que le ha ayudado a superar muchas cosas con el fin de obtener lo que busca, pese a que esta búsqueda sea para satisfacer un retorcido sentido de justicia, venganza, resentimiento o que se haga creyendo que es por causas justas. Lo que resulta del uso de esta capacidad es que, a la postre, ha quedado demostrado como, propiciadas por malas percepciones, prejuicios, miedo o intolerancia, sólo traen consigo desgracia y destrucción. La voluntad de satisfacer aquello que busca, es lo que ciega al hombre y lo lleva a dirigir fuerzas que resultan incontenibles. El objetivo de ello es lo que debemos cuidar que sea justo y correcto.
Estas dos cosas a temer, no son esos eventos imprevisibles, y muchos se dan cuenta de ello antes de que cobren la fuerza suficiente para quitarnos aquello que a la humanidad le ha costado tanto conseguir. El problema es que no hacemos caso.