Cine y TV, desde hace ya algunas décadas, entraron en una espiral de violencia cada vez más subida de tono. Una mayor demanda por realismo y representación gráfica explícita han hecho que poco se deje hoy a la imaginación.

Antes era poco creíble, inconcebible en muchos sentidos, imaginar las atrocidades de las que sabemos hoy diariamente. Antes se tenía un estándar de lo que era una conducta decente y propia, ese estándar ya se ha perdido.
Antes, pensar que uno debía preocuparse por las atrocidades que alguien buscaría realizar tan sólo por llamar la atención, quizás era raro. Hoy nos preocupa no sólo el que alguien pueda cometerlas sino el que se haga por emular algún desviado sentido de admiración por algo que vio en cine o televisión, y que busque igualarlo o superarlo. Nos preocupa el que la violencia cada vez mayor de criminales nos llegue a envolver, ya sea por que nos han seleccionado como víctimas o porque nos encontramos en su fuego cruzado.
A las feministas les gusta hablar de la igualdad entre hombres y mujeres, y no pierden oportunidad para remarcar alguna diferencia de género o tratar de romper con la dominación masculina que el «sexo débil» ha padecido desde hace milenios. Buscan que se haga uso de un «lenguaje incluyente» y tratan, cuando pueden y a toda costa, de borrar todo vestigio sobre la orientación masculina sobre la cual ha girado el desarrollo de la civilización humana. Sin embargo, no se les ve quejándose o manifestándose en contra de la enseñanza de ciertas reglas urbanas en las que la mujer es objeto de una marcada deferencia. En la «descomposición del tejido social» factores como éste son también parte.
So pretexto de la libertad y la tolerancia, el sexo y las conductas sexuales que antes eran vistas como desviaciones, son hoy toleradas y hasta promovidas. Nuestro hijos crecen en un mundo donde todo esto ya es una cotidianidad para ellos. En las escuelas se les enseña a este respecto, para bien o para mal; y similarmente sobre sus derechos y un comportamiento más defensivo.
Desafortunadamente esto es también un arma de dos filos. Los chicos de ahora creen que tienen los mismos derechos que un adulto y muy mañosamente evaden las responsabilidades que ello conlleva. La gente habla mucho hoy de la «descomposición social» o de la «reparación de tejido social», pensando o implicando en que esto requiere de un arreglo. Sin embargo, lo cierto es que las cosas han cambiado; la gente y la sociedad han cambiado. Regresar a las cosas de antaño no es fácil y quizás implausible en muchos casos. Son muchos factores y este entorno está evolucionando. Así, cual entropía, muchos de estos procesos son irreversibles.