Hace tiempo escribí una entrada sobre una dolencia que me quejaba. Mis mano ya han resentido más de 30 años trabajando con computadoras y ratones. En aquél entonces escribía sobre un dolor en el dedo meñique.
El cambio del duro teclado de Apple por otros de teclas más suaves han ayudado a que la dolencia desaparezca, aunque otra apareció.
Al parecer, los altos escritorios de mi pasado empleador me forzaron a adoptar una posición poco natural con el ratón y el teclado. Un dolor que se incrementaba en las noches al dormir, se había venido desarrollando en mi antebrazo y codo. Buscando arreglar el asunto, opté por usar un teclado externo colocarlo en mi regazo, y compartir teclado y ratón entre PC y Mac. Sólo el ratón seguía siendo un problema al tener que usarlo sobre una superficie lisa.
El confinamiento por el SARS-CoV-2, me llevó a establecer un area de trabajo más improvisada y estrecha que mi brazo no tardó en resentir. Nuevamente debí buscar alternativas. Adquirí un par de esos descansos o soportes para muñecas
que terminaron en los descansabrazos de mi silla (y que han cumplido su cometido amortiguador), pero el ratón seguía siendo un problema. Había estado buscando una solución y consideré una «all-in-one» pero me ha costado trabajo encontrar una «buena, bonita y barata». Recientemente me animé por comprar un trackball Kensington Orbit with Scroll Ring.
Una reseña que leí me hizo considerar este modelo por su precio (bueno para probar) y cierto comfort que indicaban era notorio a otros modelos, especialmente con el anillo de scroll. La verdad me ha salido a gusto. Evita el desplazamiento físico. Yo le he colocado un velcro adherible en la parte inferior y con una cinta que velcro que coloco en mi pierna puedo tenerlo de forma segura en mi regazo para evitar largas posiciones incómodas con el brazo.