En algún momento leí algo sobre los inicios de la gestión de Mancera al frente de la Ciudad de México. En aquel momento señalaban que la «marca ciudad», logo o distintivo «CDMX» era un gran logro mercadotécnico. Personalmente me pareció exagerada la afirmación y más tratándose de este señor.
No recuerdo si lo llegué a escribir o no, pero durante la gestión de Ebrard, yo tenía una subscripción al periódico Excelsior y no pasaba un día sin que no se mencionara a Mancera en alguna nota, que entonces estaba a cargo de la PGJDF, si no me equivoco. Mucho antes de que Mancera anunciara abiertamente la gobernatura de la CDMX, me quedó claro que este señor entendía lo de «posicionarse en la mente del electorado» por lo que no me extrañó fuera uno de los candidatos y posterior ganador.
Sin duda su gestión fue transformadora para el DF. Quizás algunas cosas dependerán de como se miren pero muchas parecen más viscerales que razonadas, algunas otras populistas y otras de pésimo gusto… o gusto poco convencional. Mi teoría siempre ha sido que Mancera es gay. Ha promovido muchas iniciativas legales y de transformación jurídica en defensa de una «sociedad incluyente» pero creo que es más personal el asunto.
Durante un tiempo me pareció que había venido preparando a la audiencia para que en las pasada elecciones presidenciales, de salir «candidateado» y que le fueran a «sacar sus trapitos al sol», esto no fuera a ser de un impacto mayor. Tal vez la Ciudad de México pueda ya pasar la noticia sin tanto alboroto pero no creo así en el resto del pasís. México aún no está preparado para tener un presidente gay.
Adicionalmente, vino a poner el color rosa como tinte oficial de su gestión en la CDMX. Los taxis son rosados (y los taxistas se sienten algo ofendidos por habérseles cuestionado su hombría con el asunto). El color de los logos y distintivos de las oficinas del GDF fue rosado. Los uniformes de los trabajadores de estas dependencias fue rosa.