La pasada cena navideña fue una muy candente. A diferencia de ocasiones previas, ésta resultó muy política.
La mayoría de los invitados estábamos de acuerdo en que AMLO llevará al país a una desgracia social y económica. Uno de los comensales estaba percialmente a favor de esta concepción pero ambivalente en otras cuestiones, como es el caso de la cancelación del NAICM, que considera fue una mala decisión en lugar donde se estaba construyendo y que saldría costoso a futuro, todos nosotros que terminaríamos pagando su mantenimeinto o rescate. La anfitriona era la úncia que estaba a favor de AMLO pues considera que lo que está haciendo es lo correcto. Salvando pobres, regalando dinero a quien lo necesita y evitando que los funcionarios continuaran robando del erario. El debate terminó a las 03:30 hrs, pero continuó con el recalentado unas 11 o 12 horas después.
Ciertamente, debo confesar, que quienes estamos en contra de AMLO, en general, poseemos la misma cantidad de información de aquello quienes lo defienden. Por ejemplo, para el caso del NAICM, la gran mayoría sólo tenemos para señalar que el sitio elegido era el mejor, en que esto se hizo tras un largo proceso en el que confiamos que autoridades y expertos avalaron el lugar, y esto fue ratificado por las autoridades internacionales. Claro, puede llegar a ser una suposición; no podemos negar que pudo ser un aval comprado pero, creo, hasta el momento (y menos antes) nadie escuchó a una autoridad decir que el lugar no era apropiado (como ha sido con el caso de Santa Lucía). El punto es que, proAMLOS y antiAMLOS, sin mayor conocimiento de causa, simplemente nos dejamos llevar por nuestras suposiciones o creencias. Voy a conceder que, sin mayor evidencia documental, ambas posiciones son válidas a nivel personal. Algunas veces sustentadas en lo que pensamos es mero sentido común o «buenas conciencias».
Cada uno de los temas abordados presentaron opiniones, «datos» y puntos de vista de cada uno de los comensales. Sin embargo, algo fue una constante en el debate navideño: la congruencia de las declaraciones de AMLO. A este respecto, quién estaba parcialmente a favor de AMLO señaló que todo político miente. Lo cual es cierto. Entonces, ¿cuál era el problema con las declaraciones de López Obrador? La idea me quedó dando vueltas en la cabeza. Sí, ¿cuántos presidentes y políticos han hecho declaraciones falsas o incumplidas? No creo que podamos decir que alguno no lo haya hecho. Yo creo que en el caso de AMLO, hay dos factores: uno, el que él mismo se pintó como redentor de muchos males y ya que ha tenido oportunidad de cumplir sus afirmaciones no lo ha logrado, y dos, la soberbia detrás de sus declaraciones.
Muchas de las discusiones durante la cena eran entorno a lo que AMLO dijo y terminó haciendo, que generaba un debate sobre si lo que se hizo era correcto o no, perdiendo de vista que no era la acción en sí lo que se cuestionaba, sino la declaración. Tal parece que AMLO adoptó la idea o posición que la «Teoría del Gran Hombre» define. Pero, hoy vivimos en un mundo mucho más complejo, donde la participación ciudadana es mayor y con gente más informada. Así, un gobierno que emana sus acciones de los designios y suposiciones de una sola persona va en contra de esa apertura y concenso que hoy en día busca la mayoría.
Finalmente, con respecto a la posición de la anfitriona, algunas cosas me quedaron claras. Por ejemplo, con respecto a la estrategia de seguridad adoptada. La mayoría de los asistentes considerábamos que a los criminales no se les puede combatir con palabras, pues sólo es la fuerza la que respetan. Mi afitriona se ecandalizaba diciendo que no podía «irse por ahí matando gente, pues había inocentes». Con respecto a la política de regalar dinero a gente con capacidad y edad productiva, la anfitriona señalaba que era porque «había gente muriéndose de hambre.» Yo creo que la mayoría de los que consideramos el uso de la fuerza para el control del crimen creemos que esto se hará con apego a nuestro marco jurídico, «aplicar la fuerza» no es crear escuadrones de la muerte, es hacer uso de los recursos que la ley señala para apresar y procesar a cualquier responsable; si para ello es necesario hacer uso de fuerza letal… ni modo. Pero consideramos que es peor no hacerlo. Con respecto a dar dinero para «que la gente no se muera de hambre». No creo que alguien se oponga a ello, pero entendemos que no es la solución. No se trata de «solamente alimentar», se debe «enseñar a pescar» (o dar los medios, herramientas o condiciones para ello). Si antes de ello hay que dar de comer adelante, pero… ¿hacerlo a los «ninis»? La posición de mi anfitriona es a lo que AMLO apostó para poder ganar: un sentimiento de culpa, de «buena consciencia», vender la idea que estábamos atrapados en un país gobernado por una mafia de poder corrupta que mantenia a la población atrapada a sus designios. AMLO, quizás creyó, que dando dinero, no amenzando con el uso de las fuerza del orden, ofreciendo amnistía y buscando la paz civil la nació se serenaría. La mayoría de la gente así lo compró. Pero, nuestra condición es ya algo con fuertes raíces culturales y generacionales. Sin dudas, por la fuerza es algo que no se arreglará en un sexenio, pero estamos comprobando que por la paz tampoco.