De eReaders y DRMs (1)

Como escribía hace algunos meses, compré un lector para libros (o ediciones de éstos) en formatos electrónicos. Ha sido una experiencia agradable pero nada como el formato físico.

Ciertamente mucho más cómodo que leer de la pantalla del celular y más práctico que una tableta (grande y pesada). Creo que la principal ventaja de estos dispositivos es su pantalla (que no cansa ni deslumbra la vista), su capacidad de almacenamiento y el que la batería dure por meses. A esto podemos sumarle el que cuente con un diccionario integrado y la capacidad de búsqueda.

Una ventaja es que a través del mismo lector se puedan adquirir libros y descargar distinto tipo de materiales y publicaciones, lo que obviamente implica contar con capacidad WiFi. Aquí es donde empiezan los problemas, creo yo.

Sí, seguramente algunos pensarán que me refiero a que tarde o temprano el dispositivo será incompatible con la inevitable evolución de los protocolos de comunicación inalámbricos, pero no. Para efectos prácticos estos cambios llevan años y bien pueden tardar una década. Pero no, a lo que me refiero es al hecho de los servicios detrás de los lectores, a los almacenes de libros.

Para el caso de Kindle tenemos al Amazon Store. Amazon, hasta donde entiendo, agrega los DRM (del inglés digital rights management, la gestión de derechos digitales) conforme a los que las editoriales y la legislación establecen. Y sabemos bien de donde deriva todo esto: la piratería de música y películas que los formatos digitales permitieron fuese posible rápida y fácilmente.

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