En México no tenemos una tradición de honor, es decir, usos y costumbres relacionados a honrar el bien común, las buenas prácticas, el deber ser. En su lugar sólo conocemos la vergüenza y el no tenerla.
Honramos a quien triunfa, sin importar los medios que usó para ello, sin preocuparnos por saber cómo lo hizo, por qué lo hizo. Ya famoso lo honramos para poder tener algunas migajas de su gloría y sentirnos bien. Tan miserable es nuestra vida.
Honramos a quien se burla a la ley, a quien se brinca las trancas y se sale con la suya.
Honramos a quien hace gala de ingenio sólo para beneficiarse, aún sabiendo o sospechando que usó rescollos legales, prácticas éticamente dudosas y olvidando toda reserva cuando al final no se le puede probar algo.
Todo esto porque en nuestra cultura no tenemos algo que nos obligue a habalar de honor. Siempre hemos hablado del «honrado pero pobre», haciendo parecer que estas palabras son sinónimos, van de la mano o una implica a la otra. Pareciera que en nuestra cultura la fama y fortuna traen consigo un quehacer de dudosa rectitud.
Todo esto del honor, del hacer las cosas bien porque así debe de ser, porque es del bien colectivo, pareciera siempre venir del conocimiento que tenemos de otras culturas1. Culturas en las que el sólo hecho de hacerle ver a un individuo que debe observar ciertas reglas es un insulto, pues se asume que todo hombre de bien y honor se conduce acorde a un conocimiento adquirido y heredado, algo que se aprende implícita o directamente cuando uno es un niño. En éstas culturas las leyes y reglas sólo se hicieron para recordarle a los menos privilegiados cómo proceder en caso de duda; culturas en las que «menos privilegiados» no implica un status económico sino uno cultural y de consciencia.
No hace mucho el tema de la corrupción retomó cierto protagonismo. Se habló de hacer una ley al respecto y todo mundo quiso hablar al respecto, «salir en la foto» y tener sus 5 minutos de fama y gloria. Pero, ¿servirá de algo todo esto para una cultura en la que el honor es algo desconocido? Yo lo dudo. Nos falta ese valor cultural en el que reconocemos el bien y lo que los demás han checho por alcanzarlo. Tomemos por ejemplo, el caso del Zoológico de San Juan de Aragón2. Hoy celebran y presumen de lo que el zóologico es pero eso fue obra de una o más personas que fueron haciendo crecer poco a poco lo que el zoológico es hoy en día, ¿quién los honra? Yo no veo que se les mencione, sólo veo gente colgándose medallas que no les corresponden.
Referencias
- Carlos Ornelas, «No hay tsunamis de papel«, Excelsior, sección Nacional, pág. 11, Ciudad de México, D.F., 2014.07.23. URL: http://www.excelsior.com.mx/periodico/flip-nacional/23-07-2014/portada.pdf.
- Cintya Contreras, «Celebran preservando fauna«, Excelsior, sección Comunidad, pág. 5, Ciudad de México, D.F., 2014.11.28. URL: http://www.excelsior.com.mx/periodico/flip-comunidad/27-11-2014/portada.pdf.
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