Y si así es ahora…

No hace mucho Sergio Faesler señalaba en un editorial del Excelsior1 los posibles riesgos y consecuencias de resultar ganador AMLO en las próximas elecciones para Presidente de la República. Por supuesto que no todos comparten la opinión del señor Faesler, ni tenemos que creer que lo que dice se cumplirá, pero tampoco podemos desecharlo tan fácilmente por no estar de acuerdo a nuestras preferencias políticas.

En el terreno de las ciencias sociales cualquier especulación será siempre una opinión personal. Sin embargo, independientemente de a quién esté dirigida, es el razonamiento detrás de cada opinión lo que hace que algunas de ellas deban ser tomadas en cuenta y otras que sólo sean simplemente escuchadas como les corresponde por derecho. A mi en lo personal me parece importante lo que el señor Faesler señala como meollo del asunto: la viabilidad de las propuestas. Sí, hablando de promesas políticas (más las de campañas electorales) todos debemos entender que se reducen meramente a buenos propósitos. Aun y cuando busquemos que lo prometido se cumpla, aun y cuando quien las promete busque cumplirlas hay demasiados factores y actores en el camino a su cumplimiento. La mayoría quedan perdidas. No sólo se necesita que todos estos factores y actores se encuentren en el momento y lugar adecuado, además debe haber una suma de voluntades apropiada para que la unión de los dos primeros se ponga en movimiento y no se detenga. Ese es el precio de la democracia.

Sin embargo, por más favorable que una promesa pueda ser para el país, localidad o grupo social al que pertencemos (inclusive para nosotros mismos), debemos lidiar con la cruda y dura realidad en la que nos desenvolvemos y se desenvuelve nuestro sistema de gobierno. Considerar la viabilidad de una promesa de campaña es algo obligado. Pero, ¿que es la viabilidad? Simple y llanamente, la posibilidad que tiene de ser convertida en realidad. ¿Tan fácil? En definición sí pero en ejecución no y es ahí donde el razonamiento del Sr. Faesler debe ser considerado.

En el segundo debate televisado AMLO tomó uno de sus puntos sobre austeridad, al ser cuestionada varias veces de donde pensaba sacar dinero para sus propuestas. Los otros candidatos expresaron sus dudas al respecto y cuestionaron sus cuentas. El Gobierno Federal no tardó en meter su cuchara también.

Por supuesto, posteriormente AMLO no tardó en responder y hasta un sitio web crearon con presentaciones e infografías mostrando de donde sale el cálculo mencionado y que no es una «mera ocurrencia». Supongamos que lo que AMLO señala fuera correcto. Supongamos que ganara las elecciones. ¿Acaso creen que podría aplicarse una idea de racionamiento salarial como señala? ¿Así por decreto? Recordemos que tenemos un gobierno conformado por tres poderes, cada uno independiente y que, como ya hemos visto en el pasado, cada uno se sirve del presupuesto federal con su propia cuchara y a su antojo. Aun cuando los altos mandos del poder ejecutivo, por acuerdo y meramente buena voluntad, aceptara apretarse el cinturón, habría que ver si los demás poderes aceptan también. La experiencia dicta que no. Como señala el Sr. Faesler, lo que muy posiblemente veríamos que ocurrirá es que alguien se ampare, que haya quien se niegue a acatar el racionamiento salarial (organismos, sector o poder) argumentando su independencia, o simplemente no sea viable por cuestiones de la Ley Federal del Trabajo (que no sólo protege al asalariado de la voracidad de su empleador sino que también y por igual los cuidad de las ocurrencias gubernamentales). Así, lo que inevitablemente vendría entonces es una serie de debates, paros, plantones, críticas y llamados que empantanarían el quehacer político, la función pública y  un caos vendría, como el Sr. Faesler señala.

 Y para muestra basta un botón, dice el refrán. Nótese lo que las propuestas de AMLO han generado (incluido este post) debatiendo si son viables, factibles, creíbles o riesgosas. Habiendo otras cosas que hacer nos desgastamos en ello.  Si así es ahora, ¿que pasará si deberán ser aplicadas o aprobadas? Por esto y más, creo que  Javier Sicilia ha atinadamente señalado que AMLO representa la «intolerancia», el «resentimiento» y el «mesianismo», contrario a lo que pregona con su «República amorosa»2.

Referencias.

  1. Julio Faesler, «El caso López Obrador«, Excélsior, sección Nacional, pág. 27, 2012.06.12. Disponible: http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=840106#.T9OZTJWONc8.twitter y http://excelsior.com.mx/periodico/flip-nacional/09-06-2012/portada.pdf.
  2. «Sicilia: AMLO representa el ‘mesianismo’ y la ‘intolerancia'», adnpolitico.com, web. Disponible: http://www.adnpolitico.com/2012/2012/05/28/sicilia-amlo-representa-el-mesianismo-y-la-intolerancia

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