Reflexiones de un Profesor de Maestría (21)

Leía hoy (el día en que he comenzado a escribir esta entrada) una publicación hecha en un blog dedicado a la educación un artículo1 de una de mis colegas en la UPIICSA, promocionado por un tuit de su parte. El escrito está dedicado a la revisión de las intenciones o propósito detrás del éxito que han tenido las empresas u organismos educativos que han colocado cursos en línea. Al ser un usuario de estos servicios desde hace tiempo, me llamó la atención el tema.

Considero que mi colega tiene razón en señalar la importancia que estos servicios han adquirido o la preponderancia que están teniendo. Mi colega expresa preocupaciones sobre un «colonialismo digital», manipulaciones intelectuales como una «huella cognitiva» que los estudiantes pueden recibir, y el contubernio que la industria pudiera tener. Yo alguna vez expresé algo similar al respecto de la influencia que el sector empresarial busca tener sobre el diseño curricular de la educación superior y de posgrado2.

Personalmente, sin embrago, creo que estas preocupaciones son el resultado de ver a este fenómeno desde una perspectiva suspicaz. Creo que hay que entender que ésta proliferación de sitios y servicios educativos son: a) una consecuencia de las carencias o el rezago que el sistema educativo tradicional adolece ante el acelerado ritmo de vida profesional y tecnológico, b) la atracción que las tecnologías de múltiples medios genera por contenidos visual y auditivamente más llamativos, y c) contenido específico, dirigido y «digerido» que ahorra tiempo de aprendizaje. Si bien el inicio de estos cursos online y sitios educativos surgió de iniciativas no lucrativas y espíritus filantrópicos, creo que no debería sorprendernos el que se fueran transformando o ayudaran a conformar negocios lucrativos (más considerando la mentalidad y economía estadounidense).

Si nos ponemos en los zapatos de quienes toman estos cursos, veremos que no pasan de ser una forma de adquirir un conocimiento rápido y específico que los programas de estudios presenciales (e incluso virtuales) de una institución educativa carecen o que requieren más tiempo (así como requisitos de ingreso). También veremos que la necesidad que estos cubren tiene que ver con la dinámica del mercado laboral (especialmente la inversión de tiempo que no todos tienen en el traslado a un lugar), y así llegaremos a preguntarnos si realmente se trata de una «iniciativa colonialista» o simplemente una consecuencia del anquilosamiento de las instituciones educativas tradicionales, el difícil ritmo de las grandes ciudades, comodidad y necesidad de actualización. Como un profesionista con amplia experiencia en empleos de tiempo completo, yo entiendo lo difícil que es buscar capacitación por parte de un empleador que a cambio de ésta pide que uno regrese a la oficina después del curso para ver «que se ofrece» o ver que no se detenga proyectos ya iniciados. Es pesado y al final, quien busca cierta capacitación es porque desea crecer profesionalmente, sin concesiones o deudas esclavizantes.

Si hablar de «esclavitiud» pudiera parecerle anacrónico, estimado lector, también debería serlo leer sobre «colonialismo», máxime en un época en la que se busca una completa igualdad de todos los seres humanos sin importar cultura, credos o colores de piel, género o identidad sexual. Algunos dirán que en realidad el «colonialismo» o el «imperialismo» nunca han desaparecido y que sólo se ha transformado o cambiado en sus canales o medios de expansión, pues las naciones «más desarrolladas» buscan imponernos sus ideas y productos para enriquecerse a nuestra costa.

Ideales revolucionario que encuentran eco en los espíritus jóvenes, que no han debido aún lidiar con la vida económica y profesional de nuestra época. Lo que muchos ven como «colonialismo» o «imperialismo» es sólo una consecuencia natural de culturas y economías más flexibles para crecer y adaptarse, colonialismo cuando se busca asimilar a otras culturas de forma de forma planificada y bajo una agenda mayor. Lo que estamos viviendo es sólo la atracción que una economía mucho más poderosa se permite para crear tecnología de la cual se puede hacer negocio.

Sin entrar en polémicas de problemas y contextos culturales, políticos, sociales o económicos de fondo (y más complejos), sólo mencionaré que la industria del software es una que brinda las mismas oportunidades de desarrollo para cualquiera que decida aventurarse en ella: sólo se necesita un equipo de cómputo, conocimiento y herramientas. Las primeras son ya prácticamente tecnología básica para cualquier individuo de cualquier zona urbanizada en la que exista energía eléctrica e internet. Contando con un dispositivo que nos permita acceder a la Internet, todo el conocimiento que requiriésemos está a nuestro alcance (dejando que sólo sea disciplina y voluntad lo que nos impida adquirirlo), y gracias a las iniciativas de software de código abierto tenemos acceso a las mismas (y en ocasiones mejores) herramientas que aquellas que son de licencia y costosas. Crear tecnología disruptiva, innovadora, transformadora y capaz de generar bienestar social y económico a más de un individuo, está al alcance de cualquiera con una computadora.

Lo que verdaderamente diferencía a una nación de otra, al momento de poder capitalizar ese esfuerzo creativo detrás del desarrollo de software y servicios informáticos, son los contextos políticos y económicos de cada una. Mientras que en muchas se da más empuje a aquellas que tienen u objetivo más social y desinteresado (aunque ninguna ganancia económica) en otras se les da mayor soporte a a las que tienen un mejor prospecto de retorno de inversión y para las que se considera las ganancias sociales vendrán como consecuencia de las ganancias económicas.

Referencias

  1. Vicario Solórzano, C. M. (2022, 29 abril). ¿Hacia el colonialismo digital? Espacios de Educación Superior. Recuperado 3 de mayo de 2022, de https://www.espaciosdeeducacionsuperior.es/2022/04/27/hacia-el-colonialismo-digital/
  2. Rodríguez Ávila, E. R. (2018). Reflexiones sobre la innovación, su búsqueda y su enseñanza. En Sólo Ensayos. Antología de Jóvenes Escritores: Vol. III (pp. 23–40). Instituto Politécnico Nacional. ISBN: 978-607-8085-13-2

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