Este post da inicio a una nueva serie de entradas y que constituye la continuación a aquella que describió el proceso de selección y compra del nuevo equipo (y que finalizó recientemente). Había considerado continuar estas entradas bajo el mismo título pero creo que ha sido mejor ajustarlo semánticamente a lo que representa.

Físicamente hablando, el nuevo equipo, en cuanto al tamaño de la pantalla, es igual a la de su predecesor, pero luce más chico porque se está ahorrando el espacio de los márgenes laterales y algo del superior e inferior.

Desafortunadamente el cable incluido con el equipo ya no cuenta con un indicador de conexión (un led que no sólo lucía muy mono sino que daba un muy importante bit de información: si se tenía o no conectado al equipo y sí éste estaba cargando… hmmm, corrijo, dos bits). Tampoco el equipo incluye un indicador parecido, así que uno no sabe si la computadora está o no conectada a menos que se arranque y en la interfaz de usuario se muestre algo al respecto.