Tarea

Como parte del seguimiento a la «escuela para padres» de la secundaria en la que está inscrito mi hijo, tengo que hacer una tarea, un breve escrito sobre lo que es la paternidad. Aquí simplemente estoy «hablando en voz alta», buscando acomodar algunas ideas en mi cabeza.

Es obvio, y como es también sabido, que en general no se nos enseña a ser padres. Se nos enseña y percibimos lo que este rol pero ni hay una guía ni hay una receta. Uno debe aprender sobre la marcha. Claro, hay ciertas pautas y elementos de juicio y sentido común que funcionan en general y en promedio. En algunos casos es un desastre, en otras hay un acierto, sin que esto signifique haber criado «psicópatas» ni «genios» o «santos». Por bien y mal me refiero a simplemente los dos extremos de lo que me imagino es una distribución normal en resultados de la paternidad.

Una curva en la que el punto central ni siquiera está bien definido, pero sobre el que sabemos nos movemos a su alrededor. Estando dentro del mismo sistema que es medido es difícil poder percibir esto. Uno debe «extrapolarse», sacarse de el entorno y «ver desde muy alto»; no sólo en dimensiones espaciales (que podrían ser económicas, sociales y culturales) sino también en términos temporales. De un lado del punto medio, entonces, están los buenos resultados (donde diría están todos aquellos casos en los que los hijos superaron a sus padres (en términos generales y no sólo en algo) y del otro lado en donde no. Dejo al lector determinar de qué lado de la curva quedan aquello que simplemente preservaron lo que los padres les vivieron o transmitieron.

La paternidad no es la misma a como la percibimos nosotros de nuestros padres, ni como ellos la percibieron de nuestros abuelos. Mi generación está enfrentándose a una época de muchos cambios tecnológicos y sociales. La diferencia en estas dimensiones, a como la tuvieron mis padres en relación a sus padres, es significativamente diferente a como nosotros las vivimos con nuestros padres. Creo yo que hasta antes de la II Guerra Mundial, todas las culturas en nuestro planeta mantenían y transmitían un conjunto de valores propios de padres a hijos (tomando «padres» como el denominativo genérico para padres y madres, porque eso, hasta el lenguaje en su uso y percepción está cambiando, hoy se habla de un»lenguaje inclusivo» en un movimiento que parece más disociativo).

Libertades mal entendidas o practicadas; ideas y sentimientos distorsionados por diversos motivos, así como ideas o sentimientos reprimidos por generaciones anteriores (también por diversas razones o motivos; alguna justificadas, otras quizás no), junto a la exposición a otras culturas e ideas en nuestro cada vez más conectado mundo, y a lo que debemos sumar una mejor definición de ideas y aspiraciones de la sociedad (como especie) en derechos y obligaciones, roles y objetivos, han hecho que la necesidad de tratar de enseñar a las mentes más jóvenes, nuestro hijos, a tener un juicio crítico más maduro antes del tiempo que a nosotros (sus padres) nos fue requerido. Ello ha llevado a que, hasta cierto punto, a los hijos se les busque despertar una idea de independencia más temprana a como la generación de sus padres le fue enseñada (no independencia económica sino como individuos pensantes), algo que quizás ha caracterizado nuestra brecha y choque generacional que siempre está presente.

Esa iniciativa de despertar la conciencia individual de cada joven mente a velar por sí mismo, evitar abusos, poder hacer uso de sus derechos para buscar ayuda y garantizar acceso a aquello que tiene derecho, a terminar con vicios, costumbres negativas, comportamientos nocivos y males (a la vista de la sociedad contemporánea) que habían sido perpetrados culturalmente o trasmitidos por generaciones más recientes ha despertado en la mente de muchos jóvenes una identidad sentimiento o proclividad a cierto nivel de desobediencia para el que la que, al menos mi generación, no estaba preparada, una generación que fue educada con base en obediencia,disciplina y castigo físico para los transgresores.

Incluso hoy, esa corriente de derechos y libertades parece estar siendo llevada a extremos en los que a los animales domésticos son percibidos con un grado equiparable al de una persona. Pero no me malentiendan, si bien debemos evitar y erradicar el abuso y maltrato sobre cualquier forma de vida (consciente o no), no podemos esperar dialogar de «lo que es bien» o aquello que «está mal» con un perro, por ejemplo. No podemos «educarlo» (de manera que  pueda convivir con la sociedad humana en la que su dueño se  desenvuelve y a la que pertenece) de la misma forma a la que a un niño. Un niño alcanza una edad en la que es capaz de comenzar a entender ideas más abstractas sobre aquello que es correcto e incluso justo. Es un momento en el que todo aquel elemento de control (recompensas y castigos a fin de alentar y desalentar comportamiento, ideas y respuestas correctas o nocivas) pasar de ser físicas a intelectuales: del castigo físico a la pérdida de lujos y libertades. Un gato o un perro (por más «entendido» que sea)  está limitado por una capacidad cognitiva y motora. Podemos educarlo y aprenderá a realizar ciertas actividades y comportarse de cierta forma, pero no podrá pasar de aquello a lo que estas capacidades lo limitan. Su dueño o amo deberá ser responsable de él por aquello que no es capaz de entender y realizar.

«Castigo físico» es un término que hoy causa mucho «escozor» pues se asocia a daño y dolor que hoy es señalado como causa de muchos problemas psicológicos de los individuos o de la sociedad en conjunto o algún grupo en particular. Sobre todo por el abuso, consecuencias y repercusiones en las que puede caer fácilmente el castigador y de las que sufre el castigado.

Así como mi generación quedó en medio de esa transición, entre una en la que se privilegió el castigo físico y la obediencia incondicional a los padres y una en la que ese modelo es visto como fuente de abusos, la generación de mis hijos crecerá percibiéndose como merecedora de un trato equiparable al de sus mayores. Un trato que requiere un grado de madurez que no poseen y para el que no están preparados.

Como sea, de lo que estoy seguro es que, así como mi generación se habrá percatado que muchos cambios en la educación de los hijos se ha realizado, a diferencia de las generaciones que nos precedieron, nuestros hijos enfrentarán retos mayores con sus hijos, pues el camino que nuestra especie parece estar tomando es una en la que la dinámica de un cambio y el cuestionamiento de los valores y principios que nos enseñan parece ser una constante que perdurará.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.