De pandemias, epidemias y otras obsesiones

Me han tocado vivir ya dos crisis epidemiológicas previas. Primero el SARS, luego el H1N1. E igualmente saber de algunas otras, como la del ébola o la gripe española.

Igual que en esas ocasiones, pese a que no supimos de alguien cercano que haya sido afectado (y no me limito al círculo familiar ni de amistades, incluyo el circulo académico y al profesional). He visto como la gente reaccionó de forma exagerada, llevando guantes, cubrebocas y cuanta ocurrencia se dijera, disque para «estar protegidos». Pese a las advertencias de que algunas de estas cosas (por ejemplo los cubrebocas) no servían de protección y si podían ser caldo de cultivo para otras enfermedades. Acciones que no aportaban nada más adicional a aquellas de higiene básica y sentido común.

Hoy, con lo del coronavirus, nuevamente la gente está «apanicada» y está reaccionando de esta forma. Escucho comentarios de gente que tiene miedo por que se cierren algunos comercios, o porque les cancelen vuelos. Escucho a alguien hablar de que algún familiar o amigo recibió instrucciones de declarar cualquier sintomatología parecida al coronavirus como influenza, desatando toda sarta de teorías conspiratorias (aunque una explicación válida puede ser planteada para entender que es producto de una mala administración pública); gente que habla que al viajar en el transporte público le «dio cosa» otro viajero que venía aparentemente resfriado. En fin, toda sarta de ideas y bobadas.

Yéndome un poco más atrás, y de forma similar, me tocó vivir «El Problema del Año 2000«1, viendo ese mismo tipo de reacciones: acciones desproporcionadas para demostrar que algo se estaba haciendo y de cuestionamiento por tratar de demostrar que nada se estaba haciendo. En fin, más esfuerzos se gastaban reportando estas acciones que en realidad haciendo algo concreto.

Igualmente, algo muy similar me tocó vivir cuando Citi absorbió a Banamex. La adquisición de Banamex trajo consigo el famoso «compliance«, palabra con la que los gringos señalaban o manifestaban adherencia, apego y cumplimiento con alguna regulación, espacialmente interna. En Banamex se volvió tal obsesión el «compliance«, que incluso se le negaba al cliente algo so pretexto de ir contra el «compliance«. Los clientes llegaron a decir que Banamex debía ‘bajarle a eso del «compliance«‘ si querían que éstos continuaran con ellos. Gente de otros países que trabajaban con Citi, igualmente opinaban que los mexicanos éramos unos exagerados pensando que eso del «compliance» era una ley que estaba escrita en piedra y su cumplimiento era obligado por sobre cualquier cosa, mientras que para ellos era más una guía que en ocasiones no cumplían.

En fin parece que nos distinguimos por reaccionar de forma extremista ante ciertas cuestiones mientras que en otras parece que mantenemos una indiferencia necia e ignorante (muy similar a la manera en la que el «gobierno de la 4T» se ha manifestado para hacer algo al respecto del coronavirus).

Referencias

  1. Eduardo René Rodríguez Avila, «El problema del año 2000. Un recuento final,»  UPIICSA. Tecnología, Ciencia y Cultura; México, Año VII, Vol. III, No. 19, Nueva época; enero-abril 1999, pp. 2-7. ISSN: 0187-6325. PDF

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