Casi un año (un poco más de 60 días para ello) de la última entrada en esta serie de posts. Al igual a como escribía en aquella ocasión, éste ha sido un enooormmeeee periodo de aprendizaje, en muchos sentidos. Un par de cosas me hacen volver a escribir sobre el tema.
Primero, he venido considerando que la búsqueda continua de empleo debe ser algo cotidiano, quizás no diario, pero sí ago que por cualquier profesional debe realizar una vez al mes. El que pueda surgir una oportunidad realmente buena es una posibilidad, pero no es esa la razón esencial. Escribo que esto debe ser un hábito y rutina por el hecho de medirse y saber bien en qué nivel uno se encuentra. Esto va desde tener entrevistas en otro idioma hasta pasar diversas evaluaciones. Realmente uno aprende mucho es esas evaluaciones, desde lo que se está buscando y lo que esperan encontrar, hasta de lo que uno mismo carece o realmente ya domina. Ciertamente, uno puede considerarse experto y presumir un dominio sobre un tema o herramienta, pero no será realmente hasta presentarse una situación de crisis, que uno podrá demostrarlo.
Sin duda podrá haber otros momentos y situaciones mucho más calmos donde uno podrá demostrar y demostrarse aquello de lo que está hecho, pero nada como una crisis para realmente saber de lo que uno está hecho. Yo ya he pasado varios momentos así; he podido remontar la gran mayoría de ellos (a veces bastante bien, otras veces de forma pasable), pero igualmente he tenido momentos de fracaso, y hay que saber apechugarlos y levantarse.
En los últimos meses he empezado a valorar los exámenes o proyectos que piden cuando uno aplica por un empleo como una forma más controlada y menos estresante para prepararse para esos momentos de crisis y darse cuenta realmente del propio nivel competitivo de uno en el mercado laboral (independiente, académico o comercial).