Reflexiones de un profesor de maestría (13)

En la entrada previa señalaba la referencia al conjunto de conocimientos y aptitudes que un individuo o grupo de personas adquieren a partir de realizar alguna actividad laboral durante un periodo determinado. Complementando dichas reflexiones continuo con el tema.

Mantener un enfoque ingenieril en proyectos de software no es garantía de una experiencia laboral de alta calidad, especialmente para el líder o administrador del proyecto. Las labores administrativas son labores administrativas y, resulta más fácil capacitar a un ingeniero en labores administrativas, que a un administrador en labores técnicas.

Los roles a nivel ejecutivo donde los ingenieros experimentados pueden crecer, son escasos, y las personas que los han aprovechado, menos. Las personas con empleos de alta calidad no se van y crean vacantes, pues para ello deberían de existir mejores oportunidades a las cuales emigrar. Conforme la calidad de tales puestos de trabajo, junto con sus características, van tendiendo a una media, su número va aumentando.

Por tanto, es de entender que la experiencia laboral juega un papel decisivo en el mercado laboral. Para el caso de México, un país enfocado en la maquilación y uso de tecnología, cuya producción original científica y tecnológica es pobre, la experiencia laboral pasa a ser el principal elementos de excrutinio o de calificación para la valoración de candidatos a puestos laborales. Así, se le da más peso a una experiencia, incluso a la certificación en alguna tecnología, producto o método de trabajo,  que a un grado académico. Triste, pero así es.

A las universidades (o cualquier escuela que prepare estudiantes que se integrarán al término de sus estudios al mercado laboral), les interesa que sus egresados cuenten con alguna ventaja o calificación que les permita ser mejores candidatos a algún empleo. Por ello suelen ser particularmente influenciables a las solicitudes (así como a la opinión de sus egresados) y presión que la industria hacen sobre el perfil de egreso.

Desafortunadamente las escuelas no se percatan que los empleadores sólo buscan ahorrarse la inversión en la capacitación del personal. Les resulta mucho más barato contratar a alguien ya capacitado, que capacitar a uno que incrementará su valor en el mercado profesional tras adquirir experiencia y capacitación. Adicionalmente, dado el perfil científico y tecnológico del país, tampoco se le da un particular énfasis en la potencialidad de la innovación1.

La realidad es que ningún curso escolar podrá superar la experiencia de un empleo (tanto en términos de importancia para un empleo, como en impacto de aprendizaje), pero un programa de estudios planificado para abarcar un espectro mayor de actividades profesionales, con una adecuada profundización en los principios que sustentan una tecnología (y no en aprender la tecnología en sí), y en la que participen profesores de tiempo completo y tiempo parcial (en una misma proporción) hará que los egresados sean mejores candidatos para un mercado laboral y no para un perfil específico.

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Referencias

  1. Eduardo René Rodríguez Ávila, «Reflexiones sobre la innovación, su búsqueda y su enseñanza,” en «Sólo Ensayos. Antología de Jóvenes Escritores. Volumen III«, IPN, 2018. ISBN: 978-607-8085-13-2. URL: https://www.ipn.mx/innovacion/publicaciones-digitales/, https://eravila.files.wordpress.com/2019/08/soloensayovoliiiciii.pdf.

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