De política y puestos de elección popular

Nuestra Constitución indica que cualquier mexicano, que no cuente con algún impedimento legal para ejercer sus derechos ciudadanos, puede aspirar a un puesto de elección popular. Desafortunadamente a estos puestos no llegan los más avispados en cualidades éticas y cognoscitivas sino los más gandallas y grillos. Sí, cualidades al fin pero no para bien.

Para la mayoría, quienes están como representantes populares en el poder legislativo y ejecutivo (los del poder judicial se cuecen aparte y merecen un post posterior) son un mal necesario. Nuestro sistema político y de gobierno nos obliga a tenerlos. Personalmente siempre he dicho que a estos puestos llegan individuos que no han sido capaces de encontrar un empleo para lo que estudiaron (si es que lo hicieron) en el que puedan desempeñarse. Muchos así son fácilmente corrompidos por el poder político. Tal vez no es una regla, pero es mi percepción.

El problema no es que quienes llegan a estos puestos sean individuos con una baja capacidad para desempeñar su función, alguna habilidad tienen que les permite colocarse en esos puestos y escalar en ellos, ¿o será a caso que es nuestra culpa? ¿Qué esos puestos o actividades nos parecen metidos en un ambiente del que rehuimos y simplemente nos desconectamos y no nos importa quién llegue a estos? Algo así como «es un trabajo sucio y alguien tiene que hacerlo, mientras no sea yo«. Como sea, quienes ostentan estos cargos pueden o no tener la habilidad para desempeñarlo. Desafortunadamente, posean o no la capacidad necesaria, parece ser que usan todos sus esfuerzos para sacar un beneficio personal o para beneficiar intereses partidistas o de benefactores.

La Constitución parte del precepto que todos los individuos son iguales ante los ojos de la ley pero, y aunque suene feo o discriminatorio, eso no es verdad. La gente tiene aptitud y habilidad para diferentes cosas, en mayor o menor medida que otras, incluso para delinquir o no. A mi parecer, los puestos de elección popular (y acorde a la región para la que representarán: poblados y municipios, ciudades, estados y país) deberían ser condicionados bajo una prueba de confianza y capacidad para que alguien pueda contender por ellos.

El riesgo de no hacer esto es lo que principalmente a mi generación le ha tocado ver: individuos que no son capaces de sobrellevar el poder que su función les confiere y terminan abusando de éste. Por ejemplo, el llamado «fuero» ha sido tergiversado en el sentido de protección en su función política para ahora ser usado como un escudo para la aplicación de cualquier ley, bajo el cual los individuos hacen gala de prepotencia y se sienten intocables por cualquier otra persona o ley. Bajo esta protección vemos que estos individuos, tanto hombres y mujeres,  se envalentonan para hacer lo que les plazca vaya o no contra la ley, vaya o no contra el sentido común.

Pareciera que, de la misma forma que el tejido social se ha venido desintegrando en las últimas dos décadas para dar lugar a los problemas de inseguridad que enfrentamos hoy, en la misma forma la pérdida de integridad cultural de nuestro país ha desvirtuado la percepción de lo que estos personajes entienden sobre lo que es ejercer su puesto y trabajar por el bien del país. Así, regularmente sabemos de los excesos que cometen y nos enteramos de su falta de compromiso para trabajar por el bien común. Casos ha habido muchos. De los primeros que recuerdo está el caso de Felix Salgado Macedonio y sus escándalos hace 10 ó 14 años. En fechas recientes el comportamiento de Gerardo Fernández Noroña.

La caricatura de De la Torre que publicó Excelsior el pasado 20 de octubre me dio mucha risa. Creo que no hay mejor ejemplo de lo que hoy llega a nuestros órganos de gobierno bajo la idea de que todos tienen el derecho para contender por éstos y que cualquiera está capacitado, física, sociológica, intelectual y culturalmente para desempeñar las funciones de un cargo de elección popular. Como alguien dijo: «es demasiado poder para dejarlo en manos de un idiota.»

Referencias.

  1. «¿Nuestro Representante?«, De la Torre, caricatura publica en la página 26 de la sección Nacional del diario Excelsior el 20 de octubre de 2006. <http://excelsior.com.mx/PlugIn/flipbook/periodico.php?seccion=flip-nacional&fecha=20-10-2011>

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