Hace ya mucho tiempo, durante su boom, que decidí adoptar la filosofía de trabajo de GTD. No he sido buen discípulo, pero estoy convencido de su utilidad. Mis principales pecados, aquellos por los que no he podido o sabido sacarle un mejor provecho a ésta han sido la indisciplina y la procrastinación; y en este blog he dejado constancia de la lucha con esos demonios internos para mejorar mi administración del tiempo.

Cuando busqué iniciarme en esto del GTD era fanático de una aplicación para iOS creada ex profeso. Sin embargo, perdía más tiempo buscando como acoplarme a la herramienta y buscar que ésta me ayudara, que en ayudarme de ella para hacer las cosas que debía hacer. Como escribí ya hace tiempo, me preocupaba por hacer más GTD que el buscar que las cosas se hicieran. Estaba atrapado en un círculo vicioso metodológico.
La entropía de mi vida aumentó, como la de todos nosotros, con el correo electrónico. Todo lo que en el acumulé convirtió mi existencia en algo complicado, luego llegaron las redes sociales. A pesar de ello estaba convencido que él método funcionaba y el problema era yo.
Varias veces traté de retomar el GTD y varias aplicaciones que descargué o compré alineadas con éste, incluida esa primera que ya he mencionado.

Durante ese tiempo y proceso surgió la idea de las «etiquetas» (tags), que contrastaba con la tradicional idea de la categorización jerárquica basada en listas y proyectos con las que GTD nació y muchas aplicaciones implementaron. Hoy esta idea de etiquetar cosas está presente y complementa a la idea de las listas o proyectos, con una visión horizontal a través de todo el registro de pendientes.
También, durante ese periodo, supe de una obra basada en el uso de OmniFocus, cuyo autor, Kuorosh Dini, M. D., hablaba de «crear flujo» a fin de que las cosas siguieran una marcha natural y buscar una forma de crear una inercia que nos permitiera dejarnos llevar e invertir cada vez la menor energía posible en el mantenimiento del método. La idea era dejar que el método se cuide solo y uno sólo enfocarse en hacer.
Recientemente, y tras cierto tiempo, he venido creando, pese a mi indisciplina, algo de «ritmo». También, he buscado no depender de una sola aplicación y tratar de aprovechar todas aquellas de forma orgánica, incluso si no son aplicaciones para la gestión de tareas o proyectos. El crear una dependencia sobre una sola aplicación es demasiado nocivo.
Siguiente
