Otra de esas entradas que se «quedaron en el tintero«. Aquí se le da salida.

Hace mucho tiempo escribí sobre una nota que vi en un diario. Tiempo después entendí de lo que hablaban y el error que cometí. A la fecha me salta la duda del porqué interprté ese asunto de otro modo.

Primero. Veamos qué es lo que nos sugiere la palabra «recargar». A muchos les sugerirá el volver a abonar saldo a sus teléfonos de prepago, mientras que para otros esto se refiere más al echo de volver a alimentar de energía la batería del dispositivo para su almacenamiento.

¿Por qué en áquel entonces asumí que se hablaba de carga de energía? Pese a que mencionaran «máquinas expendedoras», mi mente consideraba únicamente el cargar de energía el dispositivo. Muy en el fondo creo que pensaba que el «abonar saldo» (y quizás ese debió ser el término que se empleara) era algo tan complicado (y lo era), no era tan sencillo como lo es hoy en día, como para que fuera a través de una «máquina expendedora» que dicho escenario no lo consideré seriamente, pese a que el que tenía yo en mente parecía más complicado. Es extraño como a veces nuestros cerebros funcionan.

No hace mucho, estando en el metro, esperé a que llegara el tres junto a uno de los anuncios que hay en cada estación. Observé las entradas USB y recordé todo este asunto de las «recargas». Sí, a la fecha no hay máquinas expendedoras en el metro que permitan abonar saldo a los celulares, como tampoco la venta de energía eléctrica (aunque eso si lo he visto, por ejemplo, en estaciones de camiones foráneos).  Sin embargo, estas cortesías de recarga no siempre funcionan o se encuentras habilitadas. Una lástima.