Yo tampoco

Alguien escribió en Twitter que no es su intención que fracase la gestión de López Obrador. Muchos lo retuitearon señalando que tampoco ellos lo buscan, quieren o les beneficia.

Tuits similares he leído también,  preguntando del porqué muchos quieren que la gestión de AMLO fracase y que «le vaya mal a México». No dudo que haya gente que, pese a ser mexicanos y radicar en la república, tengan una malsana orientación de ver que a alguien le vaya mal por el placer de verlo o porque eso hace que la vida o condiciones que ellos llevan se vean mejores ante la desdicha de sus connacionales. Por supuesto, si analizamos a cuántos de estos grupos les beneficiaría, estando ellos mismos en el colapso (salvo que tengan una enorme solvencia económica y autosuficiencia en muchos campos) el sentido común señala que sólo a alguien en el extranjero o con intereses en el extranjero le puede beneficiar tal escenario. Y los reclamos no son contra personas en el extranjero, son a los principales críticos de AMLO: gente que reside en México, gente que es directamente afectada por sus ocurrencias. AMLO en el extranjero no pinta ni importa.

Los reclamos por los que señalan a gente que busca el fracaso de López Obrador son por comentarios en los que la gente señala que lo que AMLO esta haciendo está mal y que, dada la ceguera de sus seguidores, apelan a que el tiempo les dará la razón. De ahí que reprueben tales comentarios y pregunten por qué buscan o esperan el fracaso señalado.

Pero esos supuestos señalamientos del fracaso son en su mayoría recordatorios de lo mucho que se advirtió o dijo si López Obrador era electo presidente. Se apela a la memoria para hacer entender que se tenía razón en lo advertido, acortar el mal y evitar que se repita.

López Obrador, como creo ya se ha escrito y señalado en demasía (pero no está de más insistir en ello), representa la victoria de un hombre con resentimiento y revanchista; alguien que cree que su pensamiento es el correcto y sólo está siendo incomprendido pero que el tiempo y sus obras lo justificarán. Es esa aura mesiánica o de «gran hombre» que muchos han señalado en la que López Obrador busca envolverse y que le impide darse cuenta de sus errores. Es eso, o como otros han señalado, padece algún tipo de senilidad o afección mental, que algunos asocian a esa forma de proceder y de la que señalan como síntoma esas pausas que hace al hablar (y que se han agrandado con la edad). Esas pausas, para mí, son más el producto de la improvisación. Tanto tiempo AMLO ha pasado sin un empleo formal que se ha desenvuelto en un entorno sin rumbo fijo, viviendo al día y tratando de sacar provecho de cualquier oportunidad que va encontrando en el camino (sin planificar o ver al futuro). También, esas pausas a veces son momentos que él da a su audiencia para que ésta se dé cuenta de que lo que ha dicho es una gran y sobresaliente verdad, muestra de su narcisismo.

Lo cierto es que la victoria de López Obrador fue la entrada de toda aquella gente a la que sistemáticamente se le había negado el ascenso al poder y puestos clave de la administración pública por carecer de experiencia y habilidades para ello. Como él ha señalado, trata de demostrar que «gobernar no tiene gran ciencia» y así ha llenado a la administración pública con gente de dudosa capacidad y experiencia para esos puestos. Toda esa gente, del mismo modo que AMLO actúa, busca demostrar que ellos pueden hacer lo mismo y mejor, amparados en buenas intenciones, pero sin tener experiencia y conocimiento que le dé soporte en sus decisiones.

Toda esa gente resentida, no se ha dado cuenta que ese rencor debería ser enfocado a gente que  aprovechó un sistema corrompido, a gente indiferente que sólo buscó hacer su trabajo sin entender el valor agregado que su gestión debería dar a la sociedad. La transformación que ellos buscan requiere inteligencia y experiencia, y no sólo buenas intenciones.

Desafortunadamente, la gran mayoría de la gente que está detrás de López Obrador a sucumbido a la demagogia que este señor ha hecho. Ellos están aún demasiado ciegos y embelesados de «su gran líder» que todo fracaso lo ven como una conspiración en contra de su «mesías» y su gestión. Si algo no resulta es porque querían ver fracasar a López Obrador y su gestión. Si la 4ta Transformación no se da es porque a ojos de ellos no queremos que ocurra. No entienden ni entenderán razones que no requieren una experiencia, formación académica o gran inteligencia, sólo sentido común para darse cuenta que no es lo correcto.

Ya sea que López Obrador sea depuesto o termine su gestión, ante los reclamos o criticar recurrirá a lo que ya hemos visto: a las excusas y escudarse. Dirá que no había el escenario o condiciones básicas, que sus adversarios lo impidieron, que Calderón no lo dejó, que no tuvo el apoyo del pueblo… o a ver con qué nos sorprende entonces.

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