Frecuentemente leo en redes sociales, prensa o escucho en medios como radio o TV las opiniones, críticas o quejas que periodistas, locutores, especialistas y público en general hacen sobre algún tema en particular. De todas, las más mesuradas en su expresión son aquellas que provienen de eruditos, especialistas o expertos en algún tema o área del conocimiento. Creo que de ellos deberían venir las más agudas y profundas pero son expresadas con tibieza extrema y pasan desapercibidas. Después de todo, de haber alguien que tuviera la razón y conocimiento, como para dar una razón fundamentada y adecuada, serían ellos.
Los líderes de opinión y gente del ámbito periodístico elaboran las más tendenciosas, creyéndose la conciencia popular y haciéndose creer que son la buena consciencia que el vulgo no posee. Desafortunadamente, aunque muchos de ellos tienen razón, la audiencia en general los descalifican por creer que obedecen a intereses comerciales de sus empleadores.
Finalmente, lo que considero son las opiniones «absolutistas» (por hacer parecer que lo que se expresa es lo único y absoluto válido) son las de los políticos (que se sienten una clases social aparte y aristocrática que merece los cuidados y veneración de los demás) y las del público en general (especialmente aquellos que carecen de una preparación académica subuniversitaria)


