Impunidad

Josefina Vázquez Mota presentó hace tiempo1 un libro en el que aseguraba que la impunidad se gesta en el hogar. Algunos dirán que esto no es correcto o cierto, ya que la impunidad de la que se habla cotidianamente es con respecto a la actuación de las instituciones estatales, a la corrupción y cuestiones legales.

Lo cierto es que tratándose de corrupción e impunidad, no puede hablarse de un solo factor, debe hablarse de cultura. Nuestra cultura es corrupta en el mismo sentido y nivel en que adopta y usa la corrupción para avanzar. Nuestra cultura no tiene un concepto de honor, mucho menos premia o alienta su concepción, por el contrario. En nuestra cultura se ven con cierto pícaro repito aquello de «el que no tranza no avanza».

Sin un honor que cuidar y mantener, no hay castigo que aplicar. Sin castigo no hay sanción contra todo aquello que va contra lo correcto y establecido. Ahí nace la impunidad y, sí, mucho de esto se gesta en el entorno familiar. Y en los entornos familiares se gesta la gente que posteriormente se integra en la sociedad que, ante la falta de guía para un actuar que honre a la organización a la que pertenece y al trabajo que desempeña, recurre a los patrones sociales aprendidos en el seno familiar.

Si la impunidad se gesta o no en el seno familiar es rebatible, pero lo cierto es que acabar con su presencia y fomento en éste es algo necesario para que pueda ser atacado en el resto de la sociedad y sus dinámicas.

Referencias

  1. Laura Toribio, «“La impunidad se gesta en el hogar”«, Excelsior, sección Nacional, pág.14, Ciudad de México, 2015.02.06. URL: http://www.excelsior.com.mx/periodico/flip-nacional/06-02-2015/portada.pdf

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