Reflexiones de un profesor de maestría (3)

Hace algunos años en el Excelsior leía sobre ciertas debilidades o carencias que identifican a los jóvenes desarrolladores de software en México1. El artículo refleja el punto de vista de una universidad privada. Las cosas no son muy diferentes con las públicas (que por ser «públicas», conllevan cierto «castigo» en el ámbito empresarial).

Hay dos cosas adicionales que son importantes en el artículo que menciono. Por una parte, se señala que «…la falta de dirección en la formación de los alumnos, … hace llegar muchas veces sin un grado adecuado de especialización» y «… las escuelas … ya no enseñan algunos tipos de programación en sus planes de estudio, y aún existen muchas oportunidades detrás de este tipo de programación” (que al respecto de esto último se cita al lenguaje COBOL más adelante en el artículo, que es un lenguaje no un «tipo de programación»).

El problema, como suele ocurrir con lo que tiene que ver con la vida, no es sencillo o debido a sólo un factor. Hay muchos, y es un problema complejo.

Por una parte las universidades, especialmente las privadas, tratan de «estar a la vanguardia» modificando sus planes de estudios más frecuentemente y, por qué no, dejándose llevar por las modas empresariales y presiones industriales. Las universidades públicas también llegan a hacerlo pero en menor medida (quizás la tardía reacción de éstas es en parte por la burocracia que impera en ellas y los intereses políticos de los involucrados que hacen que cualquier proceso administrativo sea un camino lento y tortuoso).

Por otra parte, las empresas buscan evitar tener que pagar costosos cursos de capacitación a sus empleados con los que, al final, les permiten inflar sus CV y encontrar un empleo mejor pagado. Para las empresas lo mejor es contar con empleados que ya sepan lo que ellos requieren y pagar salario bajos (especialmente a los recién egresados, que con tal de «agarrar experiencia», aceptan) que les permitan maximizar sus utilidades.

Siendo profesor de un programa de maestría en el IPN y de otros dos en la UNITEC, me ha tocado experimentar la perspectiva de dos instituciones educativas sobre lo que debe ser una maestría, además de las aspiraciones de los alumnos al respecto. Y de las tres, no se hace ninguna.

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Referencias

  1. Gabriel Chávez, «Programadores en Pañales«, Excelsior, sección Dinero, página 14. Ciudad de México, 2011.11.13. URL: http://excelsior.com.mx/periodico/flip-dinero/23-11-2011/portada.pdf.

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