Sabemos y aceptamos nuestra dependencia de las computadoras. Hoy en día es difícil concebir una oficina que no cuente con una computadora en cada escritorio. Incluso las dependencias de gobierno, acostumbrados a verlas de mobiliario vetusto y austero como congeladas en el tiempo cual vieja película mexicana en blanco y negro, se han venido modernizado substituyendo las ruidosas máquinas de escribir por computadoras de escritorio. Además del trabajo, las computadoras de escritorio son ya comunes en el hogar y la escuela. Su presencia en otros lugares ya no nos sorprende.
Cuando se habla de computadoras de escritorio, la gran mayoría evocará a la tradicional y ya conocida PC. Mientras que hay diversos tipos de computadoras que pueden ser colocadas en un escritorio y que no son necesariamente PC, éste es un término muy popular, ampliamente usado y aceptado para identificar a uno de los más comunes tipos de computadores de escritorio en el mercado: aquellas que funcionan con un sistema operativo de Microsoft y que están basadas en la arquitectura Intel.
Las PC son mucho más comunes de lo que creemos. Detrás de sus disfraces, interactuamos con ellas de muchas formas sin notarlas. Cajeros automáticos, pantallas publicitarias, monederos, dispensadores de boletos, máquinas de juegos, elementos de control (en cines, teatros, elevadores, aires acondicionados), ventanillas (de bancos, agencias del Gobierno, taquillas, terminales de transportes), como cajas registradoras, y en muchos otros lugares puede haber no sólo una computadora sino una PC.
Mientras que mucho de esta diseminación inició desde MS-DOS, creo que fue con Windows NT con el que se consolidó. En aquellas épocas uno sólo se percataba de la presencia del computador cuando nos botaba la típica pantalla azul de excepción o llegábamos a ver algo de la interfaz del sistema operativo (ventanas, barra de tarea, escritorio). Creo que hoy es más fácil percatarse de su presencia, ya sea cuando vemos los típicos botones, marcos o pestañas de Windows XP o alguna versión posterior, cuando aparecen las pantallas de arranque (bootstrapping) del computador (muy común en las pantallas del Metrobús), cuando aparece alguna ventana de error de la aplicación o una ventana de algún antivirus.
Mi último descubrimiento de su presencia fue en las pantallas publicitarias que se han estado colocando en los paraderos de autobús, cuando en una de estas pantallas se veía la alerta del antivirus (Symantec, por cierto) indicando que había encontrado algo y revelando que la pantalla corre con Windows XP.
Aunque el costo pudiera parecer una preocupación, parece difícil imaginar que se recurra a algo tan elaborado y costoso como una PC para usarla de marquesina. Pero, dada la disminución de los costos de los equipos, encontrando «máquinas armadas» (las también llamadas «marca patito») desde $4,500.00 pesos, es fácil entender que seguramente la compra por volumen de equipos PC especialmente preparados (una PC en su mínima configuración) para esta labor deben resultar mucho más baratos y mucho más versátiles que elaborar equipo automatizado especializados para la labor publicitaria.
Desafortunadamente, junto con la solución vienen sus propios problemas. La administración de estos equipos, ya sea estén enlazados por red o que se les deba atender in situ, obliga a estar lidiando con la administración de un centro de cómputo distribuido. Por lo que no puedo dejar de preguntarme si este tipo de solución tecnológica genérica y omnipresente no sale más caro a la larga que el haber optado por una mucho más especializada. Claro, seguro debe un estudio de mercado o de costo-beneficio detrás de estas decisiones. Bueno, eso es lo que uno piensa pero suele pasar que a veces estas decisiones se toman pensando sólo en el costo de equipos e instalaciones sin considerar las complicaciones de su mantenimiento y actualización, sin que halla realmente un estudio de por medio.