Si bien durante un tiempo fuí fan del Outlook de Microsoft. Algunos pensarán seguramente se debió a su omnipresencia empresarial del MS Office, pero obedeció también que por mucho tiempo el Outlook fue gratuito para usuarios de Mac y contaba con una mejor funcionalidad que la versión de Windows. Claro que el que me permitiera conectarme al correo Exchange de mi empleador (en aquel entonces Banamex, y que por mucho tiempo no supo que lo hacía) me permitía tener en un sólo lugar el correo del trabajo, escuela y personal. Algo que no podía lograr con la aplicación nativa de Mac. Cuando se igualaron las versiones de Mac y Windows perdí algo de funcionalidad pero la conectividad al Exchange seguía siendo la razón principal de uso, por lo que debía adaptar mi vida a la agenda, notas y tareas que el Outlook proveía. Ocasionalmente hice uso de la aplicación de correo nativa de Mac pero no fue hasta que perdí la conectividad del Outlook con el servicio de corrreo de Apple que decidí cambiarme definitivamente a las aplicaciones del Mac.

Así como hacía notar con Microsoft y su Teams, igual ya he indicado lo necia que se ha visto Apple en incrementar la funcionalidad de sus aplicaciones con elementos que uno consideraría básicos o esenciales. En el caso de Apple, además, hay cosas que incluye en sus productos que llevan (al menos para mi) una lógica poco convencional. Al final, pese a las carencias, uno se adapta aunque siempre queda ese hueco o necesidad de algo que le permita a uno unir ciertas cosas. No me refiero precisamente al integrar las aplicaciones para lograr una mayor productividad sino a la integración que permite que desde una aplicación uno pueda explotar otras o establecer un flujo de trabajo que permita explotar todo lo que uno guarda en la computadora. Una limitante a este respecto también lo ha sido la inestabilidad de los productos propietarios.

Como ya he escrito no hay soluciones perfectas ni permanentes pero creo que encontré algo que me permite llevar varios huecos.