Nota: Hace poco llegué a publicar una entrada con la que hacía «reblogging» a otra, creada en otro blog al que se me invitó participar. Cumpliendo con el compromiso hecho publique algo que inicialmente había destinado para mi blog pero que pensé podría tener un mejor escaparate en otro con un mayor número de lectores. Desafortunadamente, sin mayor explicación mi acceso a dicho sitio fue cancelado y mi trabajo borrado (ver post, post, post y post ). Afortunadamente el trabajo pudo ser recuperado y es presentado a continuación.

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Estas entradas y algunas más prontas a publicarse, constituyen una serie de reflexiones entorno al tema de la educación, su percepción, y cuestionamientos sobre algunas de las tendencias recientes entorno al tema. Las reflexiones son generales. Si bien lo que aquí se expresa puede ser aplicado desde el nivel medio superior (vocacional, preparatoria) y carreras cortas (como las comerciales o de formación de técnicos), su autor (un profesor de posgrado) lo ha elaborado teniendo en mente los programas de maestría y doctorado.

¿Qué es la innovación?

El término “innovación” vive su época[1-5], así como muchos otros lo han tenido. Hubo una época en la que se hablaba de “excelencia”, por ejemplo, y las críticas y esfuerzos se centraban a ella. Se habló y escribió de cómo alcanzarla, cómo definirla, como buscarla, cómo apreciarla, cómo enseñarla. Más recientemente se presentó todo un movimiento entorno a las “competencias”, vistas como un conjunto de habilidades y conocimientos a ser desarrolladas y adquiridos para potenciar al individuo en un quehacer profesional y su actividad en la sociedad [6]. Hoy nos encontramos en una época en la que la atención se centra en la “innovación”.

El crecimiento y desarrollo científico y tecnológico de la humanidad se ha incrementado significativamente desde el final de la II Guerra Mundial. Consecuentemente la cultura de las diversas naciones que habitan la tierra han visto modificados sus patrones culturales en una proporción significativa.

En las últimas décadas, iniciando con la aparición de la computación personal, pero significativamente potenciada ante la creación de la internet y las diversas tecnologías y canales de comunicación que aparecen desde entonces, el ritmo de cambio se ha visto incrementado aún más. El cambio puede ser gradual, tomando años su asimilación, pero también puede ser repentino, tomando tan solo algunos meses o unos pocos años, el poder percibirlo. Son estos últimos los que mayormente se aprecian como disruptivos (tanto positiva como negativamente, aunque estas cualidades son debatibles y subjetivas). Son estos cambios en los que centramos nuestra atención y llamamos “innovadores” (especialmente a lo que apreciamos de forma positiva). Algunos de los cambios graduales, esos que demoran muchos años o incluso décadas para ser apreciados, llegamos también a considerarlos como innovadores cuando miramos atrás en nuestra historia.

El ritmo de cambio aumenta año con año. El mundo se mueve rápidamente. Ya pasamos de una era mecánica a una “electrónica” y ahora nos encontramos en una “digital”. Inicialmente, al permitir la electrónica el desarrollo de la radio y la televisión, hablamos de una “Era de las Telecomunicaciones”. Posteriormente, con la creciente incorporación de las computadoras en las actividades diarias, llegamos a hablar de una “Era de la Información”, y cuando las interconectamos acuñamos el término “Era de Internet” o “Era de las Comunicaciones Digitales”. Son todos estos cambios que trastocan nuestra percepción y forma en la que hacemos las cosas a lo que llamamos “innovación”.

La innovación no necesariamente llega con la invención [7,8]. La innovación es una extensión de la invención, es una consecuencia de ésta. Definiciones hay muchas [8], pero en la gran mayoría podremos observar que “innovación” implica creatividad, cambio, originalidad, éxito e implementación. Sin ir muy lejos y buscando conjuntar las características señaladas por diversos autores, adoptaremos por definición que la innovación es “un resultado original, producto de la creatividad, que propicia un cambio cuando es implementado exitosamente.” Cabe resaltar la importancia de su implementación y éxito. Innovación implica generar algo nuevo, no visto con anterioridad. Así, trae consigo un nuevo conocimiento, pero el conocimiento per se no representa un éxito, es necesario darlo a conocer y es necesario demostrar que es útil. Si se logran ambas condiciones (darlo a conocer y su utilidad), esto es por su implementación, por su materialización en un producto o servicio que es abrazado por los consumidores.

Referencias

[1] N. Rodríguez López, “La innovación: clave del éxito empresarial,” en La gestión de la diversidad: XIII Congreso Nacional, IX Congreso Hispano-Francés, Logroño (La Rioja), 16, 17 y 18 de junio, 1999, 1999, vol. 2, no. 1993, pp. 251–256.

[2] J. Mulet, “La innovación , concepto e importancia económica,” en VI Congreso de Economía de Navarra, 2005, pp. 1–18.

[3] B. E. Ángel Álvarez, “El Concepto de Innovación,” Lupa Empresarial, no. 09, Fundación Universitaria CEIPA, Barranquilla, Colombia, p. 17, 2009.

[4] J. Ramiro, B. Quintero, T. Ingenier, C. View, P. View, J. Ramiro, and B. Quintero, “Innovación – Conceptos Básicos,” Colombia, 2013.

[5] M. Muñoz Rodríguez, D. Gómez Pérez, V. H. Santoyo Cortés, J. Aguilar Ávila, and N. Aguilar Gallegos, “¿Qué significa innovar en el ámbito del sector agroalimentario? …y ¡cómo lo hemos hecho!,” Chapingo, Texcoco, México, Reporte 95, 2014.

[6] P. Perrenaud, “Construir las competencias, ¿es darle la espalda a los saberes?,” Red U. Rev. Docencia Univ., no. Número monográfico I. Formación basada en competencias (II), pp. 1–8, 2008.

[7] InnoSuTra, “Innovación. Tipos de innovación. Medidas innovadoras,” 2007.

[8] E. Cilleruelo, F. Carrasco, and B. Etxebarria, “Compendio de definiciones del concepto «innovación» realizadas por autores relevantes: diseño híbrido actualizado del concepto,” Dir. y Organ., vol. 34, no. 36, pp. 91–98, 2008.