De revueltas y películas

Hace ya casi un mes que llevé al cine a mi hijo Alan a ver «Ready Player One«. La verdad la trama de la película no se me hizo innovadora. Un poco novedosa quizás, y no niego que está bien hecha. Me gustó, sobre todo por las muchas referencias a muchas otras cosas (como juegos, series y películas) de una época que a mí si me tocó vivir.

Mi hijo nació en una era donde este tipo de cosas ya no le sorprenden (video juegos, redes sociales, avatars, realidad virtual, animaciones 3D), pero sí espera que ocurran, por lo que la pregunta al salir del cine no se hizo esperar. «Papá, ¿cuánto crees que falte para que podamos vivir algo así como la película?», fue su pregunta. «Pues no en al menos 50 años», mi respuesta. Sin embargo, le relaté algo que yo viví hace unos 24 ó 25 años. La escena de la película en la que Parzival llama a todos los usuarios de OASIS para defenderlo de la codicia de Innovative Online Industries (IOI), me recordó el asunto.

El año, 1992 ó 1993. Yo ya había descubierto los Bulletin Board Systems (BBS)— que más apropiadamente debieron llamarse «services» —, el antecedente de la Internet. Esto porque (y a raíz de que, no lo recuerdo), compré una tarjeta de módem (2400 bauds, una locura contra lo lento que eran los de 300 bauds). Ya había sido subscriptor de CompuServe. Carísimo y avaricioso, cobraban por todo. Su codicia fue su perdición pues ellos pudieron haber sido la Internet.  Con mi módem descubrí que había todo un mundo de servicios, muchos gratuitos y llevados por gente que sólo buscaban compartir algo. El BBS «Coyoacán» era famoso, con muchos foros y servicios. Descubrí uno de una mueblería (o cadena de muebles, ya no recuerdo bien), que alguien llevaba y habilitaba sólo por las noches, en su configuración ofrecía una interfaz en klingon.

 

 

En fin, el caso es que llegué a comprar una subscripción a SPIN, el «Servicio Profesional de Información». Me sorprendió mucho que contraté la subscripción un domingo por la noche y al otro día, al regresar del trabajo me encontré conque por el mediodía ya me habían hecho llegar el manual de usuario, mercancía de promoción y documentos de mi subscripción. Todavía conservo el manual por ahí.

Para 1994, SPIN se volvía nodo Internet. Nos dieron acceso a un Unix, correo internet, y hospedaje web. Un día, mientras el dueño del servicio, Javier Matuk, atendía un evento en el extranjero, su segundo al mando Jorge Kobeh, nos mandó un correo anunciando el aumento de la subscripción pero que además se nos reducía cuota de disco «que porque nadie lo usaba», palabras más ,palabras menos. Yo si lo usaba… y «ardió Troya».

Desde mi perspectiva me parecía un doble aumento pues, cobraban más y nos dejaban menos. Además, justificar esto por el hecho de que «nadie lo usaba» me pareció insultante. Pero, ¿cómo hacérselo saber a la comunidad de SPIN? Ya para entonces sabía AWK y me movía más o menos bien en Unix. Por lo que escribí un pequeño script con el que extraje el nombre de los usuarios del equipo (del /etc/passwd), se generaba un mensaje por cada usuario haciendo uso de otro archivo que contenía el texto y se entubaba el resultado al sistema de mensajería. Como trabajábamos por módem en esa época y no sabía cuánto duraría el proceso, decidí hacer uso de un comando (creo el nohup) que permitía continuar el proceso aún desconectándose. Lo lancé y me desconecté, algo nervioso o ansioso, pensando que me SPIN me cancelaría la subscripción al final, por alborotador.

Al otro día, con nervios me asome al servicio. ¡Muchos correos! La gran mayoría a mi favor y celebrando mi razonamiento, sólo cinco o seis diciendo que se trataba de un negocio no una facultad de la UNAM (por la huelga y alboroto) y debía apechugar con las decisiones de la empresa, otros diciendo que no me metiera en sus correos (¿?), el Dr. Miguel López Michelone (alias «LaMorsa», conocido usuario del sistema y amigo del dueño) me acusaba de haber hackeado al sistema, y cosas así.  Un día o dos debieron pasar para que el mismo Matuk me escribiera. Me imagino la escena que ha de haber encontrado, se fue dejando un negocio tranquilo y regresó para encontrar una ciudadela en revueltas con vidrios rotos y fogatas por doquier. Sin embargo, muy amable me indicaba que no habría represalias en mi contra, que encontraba una comunidad SPIN viva y activa por lo que, habiendo revisado el asunto, procedían a hacer un aumento no tan agresivo y sin reducción de los recursos que ya teníamos.

Entonces, en respuesta a la pregunta de Alan, tras el relato anterior, le comenté que no necesariamente se requiere de un ambiente 3D de alta definición para vivir cosas como esas. Basta tener un motivo y una voz.

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