En comparación de los servicios de la anterior Secretaría de Hacienda y Crédito Público que anteriormente se encargaba de las tareas tributarias, en las que había no sólo que seguir tortuosos (bueno, quizás algunos aún lo sean) procesos y acudir a las oficinas que ésta tenía en lo que bien podría ser comparado como una experiencia infernal, la transformación a lo que hoy es el SAT, su esquema de citas, lo expedito que resultan sus procesos y el impulso a hacerlo en electrónico es algo que merece respeto y un aplauso.
