Hace unos días puse una serie de tweets al respecto de un experimento que desde hace tiempo deseaba hacer pero que había venido posponiendo. Como ya he mencionado en otras ocasiones, los tweets son demasiado breves para expresar adecuadamente algunas experiencias. Por lo que va aquí una descripción más amplia.

En la pasada FIL (la XXXII Feria Internacional del Libro del Instituto Politécnico Nacional), realizada en la Unidad Politécnica para el Desarrollo y la Competitividad Empresarial (UPDCE) en Zacatenco, por $10.00 adquirí un par de rompecabezas tridimensionales (un cubo y una esfera compuestas por 6 piezas de distintos colores). Conociendo a mis hijos supuse que a uno de ellos no le llamaría (o lo haría brevemente) la atención, mientras que a la otra seguramente le interesaría el juguete. No estaba equivocado.

Mi idea consistía en ver que haría cada uno con el juguete, mostrándole a cada uno con menor o mayor detalle que hacer con él y así corroborar que tanto los conocía.  Me sorprendió lo que ocurrió en uno de estos caso, en este caso con mi niña de 9 años. Reproduzco aquí los tweets para ahorrarme algo de redacción. La lección de aquí es que una motivación adecuada viene del conocimiento que uno tenga de otra persona, poniéndole restricciones que así la refuerces (la motivación) y dando instrucciones claras de como hacer algo.