Estoy por finalizar el libro «How to Create a Mind» de Ray Kurzweil. Una lectura muy interesante que toca mucho aspectos dignos de comentarse, no solo de IA sino de aspectos filosóficos y relevantes de los que pocas veces nos ponemos a pensar en nuestros ajetreados días.
En el capítulo 9, «Thought Experiments on the Mind«, se exponen y debaten algunas consideraciones sobre lo que entendemos, hemos entendido, damos y hemos dado por hecho sobre la consciencia, identidad, libre albedrío y alma. Me he detenido en una parte en la que el autor cita el común aforismo «somos lo que comemos», al que parafrasea en «somos lo que pensamos».
Ayer precisamente veía una película de la serie «Star Trek: The Next Generation«, en ese caso «Star Trek: Insurrection«. En una escena, Data (el androide-humanoide) le confiesa a un niño que él «aspira ser más de lo que es.» Una película, sí, pero ¿no debería algo así ser aspiraciones comunes entre nosotros? Debería pero la verdad no lo es. Independientemente de lo que cada uno de nosotros tengamos como propósitos propios y personales, es poco lo que nuestros logros y nuestras acciones dejan ver a los demás de nuestras verdaderas aspiraciones. Ya había visto esta película y claro que ya sabía de las motivaciones del personaje, aunque la he vuelto a ver precisamente en un momento en el que me encuentro leyendo algunas reflexiones sobre la consciencia y el ser.
Al leer el libro y llegar a la parte que menciono, no he podido evitar detenerme y pensar un poco sobre lo que uno es, ha hecho, hace y lo que hará. Verdaderamente el «somos lo que comemos», «somos los que compramos», «somos lo que nos ponemos» y «somos lo que usamos» dejamos que rijan nuestras vidas, que al final es a lo que se traduce el «somos lo que pensamos». Demasiadas banalidades y distracciones en nuestra vida diaria.
Efectivamente, quitando todo aquello material, efímero y superficial a lo que aspiramos día tras día, ya sea porque seamos víctimas de la publicidad, vanidad o comodidad, lo cierto es que poco tenemos claro a lo que encaminamos nuestros esfuerzos diarios. Si miramos hacia atrás y vemos lo que hemos hecho, poco o mucho, veremos que tenemos mucho tiempo perdido del que no podemos más que culparnos a nosotros mismos, en gran parte porque no tenemos objetivos claros y definidos de lo que queremos ser o lo que queremos lograr.

