¿Cuando una interfaz de usuario es realmente buena?
Ahora que Microsoft ha comenzado la presentación y promoción de Kinect, su renombrado proyecto Natal para Xbox (que por cierto por el puro nombre no creo que vaya a ser un gran éxito), uno se pregunta si realmente un juego para el que no se necesitan más controles que el cuerpo de uno tendrá realmente un éxito como plantea el hecho de ser una revolución en términos de ergonomía. Yo no soy particularmente entusiasta de los video juegos pero hasta donde he visto por los noticiarios no me causa mucho interés el asunto. Habría que verlo en vivo. Por lo que he alcanzado a ver en la TV me parece de respuesta un poco tardía a diferencia de la que se puede obtener con un control.
Al respecto del tema de las interfaces e interacción hombre-máquina, hace unos días me pasó algo curioso. Después de estar en el Twitter un rato usando mi iPhone, regresé a lo que estaba haciendo en la PC (del trabajo). Un cuadro de diálogo estaba en la pantalla. Después de años de trabajar con ambientes gráficos y hacer uso de teclados y ratones ya no pienso en lo que hay que hacer, sólo lo hago de una forma automática y natural. En esta ocasión mi primera intensión fue tratar de presionar uno de los botones directamente en la pantalla, algo que sentí como natural y obvio. Casí con el dedo en el monitor caí en cuenta que eso no podría hacerlo con este equipo y con algo de pesar tomé el ratón. Me quedé pensando en el asunto.
Creo que un indicativo de lo que puede ser el éxito de una nueva forma de interactuar con el computador es lo rápido que ésta nos puede hacer olvidar a sus predecesoras. Sí la nueva forma es mucho más natural (más libertades para efectuar movimientos propios del cuerpo humano) y requiere menos hardware para ello, ya se tiene la mitad de la batalla ganada. Para la otra mitad, la resistencia al cambio será el enemigo a vencer. Mientras no haya aun un movimiento, funcionalidad o respuesta que nos haga extrañar métodos de control previos el olvido (parte del aprendizaje) se hará cargo del asunto.
Esto último me trae a la mente el principio conocido como la Navaja de Okham (Ockham’s Razor) que ante la creciente complejidad de los equipos y los sistemas de la informática, ha servido para desarrollar un principio llamado KISS «Keep It Simple, Stupid!» («¡Mantenlo simple, estúpido!»). A veces, también se traduce como «Keep It Short and Simple» o «manténgalo corto y simple», en tono más formal.
