Las lecciones aprendidas.

Esta fotografía la vi por primera vez en las instalaciones donde tomaba un curso. Estaba presentada en un enorme cuadro con dos o tres tomas adicionales. Cuando uno la ve por primera vez la sorpresa y curiosidad del «guamazote» es lo primero que le llega a uno a la cabeza. El segundo pensamiento es sobre quién sería el idiota que conducía la locomotora y si habrá sobrevivido. Después, llegan otros pensamientos como «¿habrá aplastado a más gente?», «¿iría con o sin pasajeros?», «¿Cómo habrán limpiado y cuánto habrán tardado en hacerlo?». Hasta que, finalmente, llega la pregunta que creo es el meollo del asunto: «¿Cómo es que eso pasó?».

«¿Cómo es que eso pasó?» debe ser la pregunta que una mente curiosa debe preguntar ante todo. «¿Por qué pasan las cosas?», «¿Cómo es que pasan las cosas?», «¿por qué dejamos que pasen las cosas?» es lo que «¿Cómo es que eso pasó?» implica y abarca. Generalmente uno piensa que con cierto grado tecnológico o de conocimiento llega un cierto grado de madurez, pero la realidad es completamente diferente. La estupidez humana parece ser una constante a lo largo de nuestra historia. Lo únco que parece que conseguimos es que más idiotas se maten o maten a más gente de manera más espectacular y estrenduosa.

La imagen aquí presentada corresponde a un descarrilamiento ocurrido en una estación de Paris en 1895. El año 1895 parece ser tan lejano y primitivo para nuestra era que en un inicio un accidente de esta naturaleza lo vemos como una consecuencia lógica del escaso conocimiento sobre los riesgos o la seguridad que deberían imperar para la época. Uno esperaría que un accidente de esta naturaleza no volvería a pasar una vez que quedan entendidas las causas que lo propiciaron y los riesgos que existían y que fueron ignorados peor la verdad es que ocurren, ocurren y vuelven a ocurrir.

A pesar de las advertencias, el conocimiento y el aprendizaje a lo largo de los años de una persona, organización, cultura o sociedad, los errores, accidentes tragedias y desastres se dan una y otra vez.  Cada vez que uno de éstos ocurre, reglamentos, restricciones, nuevos controles y muchas otras medidas son emitidas y establecidas para evitar que pasé nuevamente lo que pudo evitarse (con prevensión, seguridad y sentido común). Claro, entre recriminaciones, quejas, acusaciones y lamentaciones. Podemos perfeccionar la tecnología para que esto no se repita, podemos establecer muchos controles y restricciones para que la cadena de errores, sucesos o situaciones que se dieron no vuelvan a presentarse, unirse o darse. Sin embargo todo esto será inútil mientras que haya una persona que no atienda estas indicaciones o ignore los controles establecidos.

Lo mismo ocurre en la administración de proyectos. Los errores, omisiones, malas interpretaciones, suposiciones y equivocaciones se dan una y otra vez. Al igual que los accidentes y desastres las causas son las mismas. A diferencia de una de estas tragedias, en las que el evento queda  de una manera mucho más permanente en la memoria colectiva de quienes la vivieron o se enteraron en el momento, los problemas que se viven en el desarrollo de un proyecto viven en la memoria de sus participantes brevemente. Los problemas y retos de un nuevo proyecto pronto borrarán lo que haya ocurrido con anterioridad aunque para ambos casos la sucesión de eventos iguales o similares nos lleven a cometer los mismos errores y repetir las mismas equivocaciones.

Tanto para evitar los errores como para repetir los aciertos, en la administración de proyectos se contempla una revisión de análisis y autocrítica conocido como «Lecciones Aprendidas» en el que se registra el aprendizaje del y sobre el proceso de administración del proyecto que acaba de concluir para dejar de manera permanente (y no dependiente de la memoria de los participantes o el líder del proyecto) lo bueno y lo malo que ocurrió en dicho proyecto, tanto para repetir los aciertos, las buenas prácticas y lo correcto como también para evitar repetir y advertir sobre las malas costumbres, equivocaciones, maniobras innecesarias y todo lo que no debe volver a ocurrir.

Muchos accidentes y tragedias se evitarían así si siempre recordáramos las lecciones aprendidas.

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