“Por Qué Amamos”

Título:«Por Qué Amamos«
Autor:Helen Fisher
Páginas:348
Editorial:Taurus
Genero:Psicología
Año:2004
Idioma:Español
Formato:PDF
ISBN:978-9681915353

¡Ah, el amor! Esa pequeña maldición que persigue al hombre desde que tomó una consciencia superior a la de otros animales.

Leí este libro por encargo; una tarea que debía realizar. No es del tipo de lecturas que acostumbro. Lo recibí en formato PDF; un archivo que trae algunos «detalles— palabras unidas, letras perdidas, falta de acentos, otras letras o símbolos ortográficos en lugar de caracteres acentuados — y que me hacen suponer que se tata de un documento digitalizado hace mucho tiempo por un OCR defectuoso. Busqué un EPUB u otro PDF que me ofreciera una mejor experiencia de lectura pero este defectuoso PDF es el único que pude hallar y… ni modo.

Mi tarea consistía en leer el capítulo 6. Un capítulo dedicado a la «evolución del amor romántico». El capítulo es un recuento de las expresiones románticas que se han hallado, se deducen o se consideran ha expresado el hombre durante su evolución— desde el Australopithecus afarensis, hasta el Homo sapiens sapiens —, señalando la necesidad de protección a los críos, el establecimiento de un relación monógama temporal o permanente entre la pareja por la necesidad de crianza y así su comparación con la que se observa en otros animales, la separación, la infidelidad y— has cierto punto — su expresión pero la travesía por este capítulo sólo deja en claro lo que la mayoría supondría: la manifestación del amor (de un macho hacia una hembra) en la raza humana se ha venido complicando a la par del incremento de su la capacidad cerebral; es decir, se ha venido refinando y buscando formas de ser expresado conforme el cerebro crece y este le permite a su cuerpo apreciar y sentir placer por lo que percibe, a través de sus sentidos. Pero hasta ahí. El capítulo nos deja claro que el amor ha acompañado al hombre desde hace mucho pero es sólo una narración de la percepción antropológica de este aspecto conductual humano, más no del verdadero «romanticismo». Aunque el capítulo está dedicado al «amor romántico» realmente no define lo que sería ese sentimiento o pasión que el hombre desde hace mucho ha buscado manifestar artísticamente ni de aquello que ha buscado etiquetar con esta palabra. Me refiero a que no se trata a esa idea que llega a nuestra cabeza y se aferra en nuestra mente, de aquello que merece calificarnos como «románticos», del «amor al amor». Así que, a este respecto, dado que el capítulo no aporta nada, decidí leer el resto de la obra.

Desde el inicio, la autora aclara que para su obra, «sentimientos» y «emociones» se usarán de forma indistinta, aunque está consciente de las distinciones que a este respecto señalan los neurocirujanos (sic). Para mi esto es un error considerando que se trata de un trabajo originado de investigaciones en la academia a nivel psicológico y conductual; investigaciones enfocadas en el estudios de una manifestación para la que debe ser importante distinguir entre emociones y sentimientos, digo yo.

El primer capítulo se enfoca al fenómeno de «estar enamorado», que soportado con el preámbulo dedicado a su autora, describe el interés de la autora por estudiar este fenómeno. En este capítulo se describe un primer experimento realizado con una encuesta (digo, muy ad hoc a la época, mediados de la década de 1990, pero que para hoy se antoja primitiva y usando una muestra tan pequeña para quienes vivimos y trabajamos en el Big Data, como para considerarla representativa). Algo que no me convenció del todo en la descripción de ese «proceso de adquisición de datos» es la descripción del formulario (que posteriormente vi, fue incluido en los apéndices) dada a los participantes:

Este cuestionario trata sobre «estar enamorado» , los sentimientos de sentirse encaprichado, apasionado o fuertemente atraído en un sentido romántico por alguien. Si en este momento no está «enamorado» de nadie, pero ha sentido una intensa pasión por alguien en el pasado, responda a las preguntas teniendo a dicha persona en mente.

Pero, ¿qué es estar «enamorado«? Sí, creo que todos lo hemos experimentado pero también creo que todos lo describiremos (o al menos lo intentaremos) con palabras e ideas genéricas y ambiguas creyendo que lo hacemos de manera que la otra persona sabrá de lo que hablamos pero en realidad para cada uno de nosotros es algo distinto, con diferentes matices y aristas para cada uno. De hecho, creo que todos estaremos de acuerdo en que a nosotros nos habrán dado y nosotros mismos habremos dado una respuesta similar cuando nos preguntan o nos preguntamos al respecto, cuando nos preguntan o preguntamos «qué es estar enamorado», y la respuesta que nos dan o damos a ello es: «tu sabrás cuando lo estés.»

Por lo que encuestar a individuos al respecto, implica tener un criterio amplio sobre la forma en la que se interpretarán las preguntas, como se darán las repuestas y como el encuestador deberá considerarlas (al llegar al apéndice vi que el cuestionario incluía escalas numéricas para las respuestas, pero un «10» de una persona puede no ser un «10» para otra persona). Además, según yo, no es lo mismo estarlo (enamorado) que recordar haberlo estado. De hecho, se recalca la vivencia del enamoramiento y se describe que la persona poseída por el amor centra casi toda su atención en el amado, cosa que cuando se hace en retrospectiva es muy diferente. Indica Helen Fisher:

Los hombres y las mujeres que sienten este encaprichamiento también se concentran en todos los hechos, canciones y otras pequeñas cosas que han llegado a asociar con el ser amado. El momento en el que, paseando por el parque, él se detuvo a enseñarle a ella un nuevo brote de la primavera; la noche en que ella le lanzó unos limones mientras él preparaba las bebidas: para los atrapados por el amor, estos momentos intrascendentes cobran vida propia. El 73 por ciento de los hombres y el 85 por ciento de las mujeres de mi estudio recordaban cosas triviales que su amado había dicho o hecho (Apéndice, pregunta 46). Y el 83 por ciento de los hombres y el 90 por ciento de las mujeres reproducían en su mente estos preciosos episodios cuando pensaban en su ser amado (Apéndice, pregunta 52).

Y yo sostengo esa diferencia porque hasta la misma Dra. Fisher señala:

Cómo nos engañamos a nosotros mismos cuando amamos. Chaucer tenía razón: «El amor es ciego».

El amor no ve, no percibe; el amor nubla, embota nuestro sentidos y así, nos ciega, nos desarma para ser víctimas de «algo». ¿Que es ese «algo»? Bueno, es complicado y se han requerido varios capítulos para describirlo.

Hay que reconocer que el libro da buena cuenta de lo maravilloso, pero también doloroso, que puede ser el amor, especialmente el no correspondido. Nos dice la Dra. Fisher:

Pero Keats fue el más apasionado, al decir:

«callado, callado para oír su tierno respirar / y así vivir siempre o,
de lo contrario, precipitarme hacia la muerte»*

….

John Keats sabía perfectamente que el amor romántico consiste en un tumulto de motivaciones y emociones claramente distintas que se mezclan formando miríadas de estados mentales.

El segundo capítulo se dedica al amor animal (el que se considera que se da entre los animales). Muchas similitudes se describen entre las conductas de algunos de ellos y las humanas, ¿o será que se «antropomorfiza» la de ellos? Varias de las descripciones llaman la atención pues cualquiera consideraría que se trata de conductas netamente humanas. Seguramente la más familiar es la de la competencia para atraer la atención de la hembra, y que se considera que es lo que permite la permanencia y fuerza de una especie. Pero, la autora también señala que a veces no ocurre así y hay otras cosas que llaman la atención de una hembra y que no se limita a desplantes de fuerza o belleza física. Yo creo que así es pues lo que perpetua a una especie es la variedad de genes no la preferencia por «lo más fuertes». La diversidad de cualidades y habilidades permite resilencia y adaptabilidad.

En el caso de los seres humanos, el cortejo incluye factores más complejos que sólo una atracción física o conductual (generalizando y yéndonos más allá de lo intelectual). No creo que sea descabellado considerar que una hembra de cualquier especie animal de orden superior se siente halagada por la pretensión de varios machos pero en el humano ese sentimiento va más allá y se impregna de otros afrodisiacos muy enfocados o relacionados con «el poder».

Al margen de esto, incidentalmente, mientras redactaba esta entrada, por un correo de Quora leía de un foro de «Cosas que no deben perseguirse en la vida» y alguien indicaba la felicidad y el éxito. ¿Es el amor la felicidad? Sí, así lo creo. ¿Debe perseguirse el amor? Sí, pero creo que es más valioso cuando este llega por sí solo. Podemos construir nuestra felicidad pero… más adelante elaboro sobre esto.

El tercer capítulo, dedicado a la «química del amor», describe y elabora teorías sobre los papeles que la serotonina, la dopamina y la norepinefrina tienen en nuestro cerebros. Este fue el primer capítulo que encuentro más científico (dentro de lo que que cabe en esta obra de divulgación) y en la que se establece esta hipótesis de trabajo:

… este fuego en la mente es provocado por unos niveles elevados de dopamina o de norepinefrina, o de ambas a la vez, así como por la disminución de los niveles de serotonina. Tales sustancias químicas forman el eje central del amor obsesivo, apasionado, romántico.

En este capítulo se describe la labor experimental y lo que ello implica (interesante el ejercicio de contar «de 7 en 7 hacia atrás» a partir de un número de tres o cuatro cifras para distraer a la mente y que se indica fue usado como un mecanismo para controlar y separar ciertas respuestas cuando se trabajó con la imagenografía cerebral).

El cuarto capítulo describe lo intrincado que resulta la química hormonal en el funcionamiento cerebral. ¿Es la química la que define el funcionamiento del cerebro enamorado o es la mente la que inconscientemente desencadena la química cerebral? Para ser sinceros creo que es un juego entre ambos en los que ninguno es del todo el maestro pero ambos son esclavos de su intrincada relación.

Como ya se habrá notado por los extractos que he colocado, a lo largo del libro se citan muchos pasajes de obras y poemas que ensalsan al amor y aquello que lo provoca, principalmente la mujer (que si es cierto que muchas mujeres también han aportado al acervo del amor, muchas obras se centran en la descripción de las mujeres, su anatomía, y la pasión por ellas).

En este punto, algo mi mente tomó nota de algo que el libro expresaba: demasiadas suposiciones. Si bien hoy no nos sorprende que se describa el funcionamiento del cerebro como una máquina electroquímico y el entendimiento de su composición, funcionamiento y estructuras ha aumentado, me parece curioso las muchas suposiciones que la autora había ya mencionado hasta este punto, así como las menciones que hacía sobre el no saber lo que pudieran significar sus hallazgos.

El libro (y la investigación que relata) en realidad no buscan explicar qué es el amor, describen sus particularidades, establece cierta clasificación (como todo trabajo científico) y formula hipótesis sobre lo que puede pasar en nuestro interior, qué lo desencadena y cómo lo manifestamos. Personalmente creo que el amor es un epifenómeno, algo mayor a la suma de sus partes. Consciente e inconscientemente regulamos o disparamos lo que lo provoca y al mismo tiempo sucumbimos a sus efectos (los adoramos o los aborrecemos).

En el quinto capítulo, se aborda el inicio del amor, el amor a primera vista y la selección del compañero. Y así llegué a donde inicié y pasé al capítulo 7, que aborda el aspecto negativo del amor que se produce cuando se pierde. Se revisan varios sentimientos que se presentan ante la pérdida o el desaire amoroso y se postula (entre muchas cosas) el que exista un mecanismo o circuito en el cerebro ex profeso para éstos. Por lo que tenemos un conjunto de componentes y una dinámica para el amor, y otros componentes para el odio y otros sentimientos antagónicos (pero, pienso yo, ¿y si se trata de un sólo circuito y componentes en los que dependiendo del sentido de los impulsos y los niveles químicos es que estos sentimientos se desatan?)

Para el biólogo, fisiologo, médico o neurocirujano, todo esto no es más que el resultado de emociones sustentadas en una configuración física (cerebro, emociones, hormonas y otros compuestillos). Para el psiquiatra, psicólogo , antropólogo y sociólogo, todo esto es el resultado de emociones que disparan un conjunto de sentimientos y conductas derivadas, maquilladas o afectadas por un bagaje cultural y un cierto nivel hormonal). Para alguien que viene de las ciencias de la computación… hardwaresoftware… procesos.

Es curioso como todos estos científicos sociales conceptualizan estos sentimientos con un propósito: el amor surge para copular y procrear, la depresión permite al individuo aceptar hechos y buscar alternativas, los celos…, el odio… en fin, todos ellos tienen un propósito, no son una mera consecuencia.

En el capítulo 8 se explora la duración, la durabilidad del amor y el control de la pasión. Tanto para esos sentimientos negativos asociados y que parecen ser también elementos constituyentes del amor. Se menciona también todo el esfuerzo que hacemos por tratar de mantener viva esa llama y cómo todo es parte de todo este entramado diabólico. Por una parte fármacos y terapias se citan para ayudar a quienes sufren por el amor no correspondido o una pasión desmedida que se desborda en obsesión. Tanto para esos casos como para el control de la pasión se puede también recurrir a los fármacos y las terapias. Un punto interesante de esto, es el que la medicación controlada para ciertos padecimientos, alteran la química de la que depende todas estas emociones y que pueden afectar al paciente en forma colateral e insospechada.

Ahora este control, sin recurrir a los fármacos, desde terapia hasta esquemas como los que se emplean en grupos de ayuda puede funcionar. La autora señala que el control (especialmente) para sobrellevar el lado negativo del amor se puede lograr «engañando a la mente». Pero, como una consecuencia de este control está el poder también ayudarnos a serenarnos y hacer que uno disfrute y controle más el proceso del enamoramiento y, tal vez, mejorar nuestra capacidad al respecto. Lo cual no está mal si la intención es buscar entretenimiento y apareamiento.

Aquí surge algo que he venido debatiendo con quien me ha sugerido esta lectura. Es algo sobre sobre las relaciones románticas, vida en pareja y lo que esté relacionado. Un punto que tiene que ver sobre la espontaneidad y lo que uno pueda construir. En este capítulo se cita el proyecto o experimento de Robert Epstein (en aquel entonces director editorial de Psicology Today, quien publicó una editorial con la que buscaba una mujer que quisiera salir con él con la exclusiva intención de enamorarse locamente y acabar en matrimonio, y daba las condiciones y receta para que el asunto fructificara). Pero (y este es el punto que yo discuto), ¿que valor puede tener esto? ¿No es acaso el amor romántico el que irrumpe, espontáneamente, permitiendo que dos almas se encuentren para volver a vivir y construir aventuras? Ahora bien, supongamos que existiera una fórmula del amor perfecto y duradero —que pidiera trabajo, tiempo y oficio para enamorar a la pareja—: ¿sería amor? ¿Sería distinto de un proyecto de verano que, contra pronóstico, terminamos guardando para toda la vida? Yo creo que lo maravilloso del amor es su doble hallazgo: uno lo encuentra y, al mismo tiempo, es encontrado. Allí, el conquistador se desarma y se ofrenda a quien pretendía conquistar; y la conquistada se alza enamorada, consciente de su poder, no para dominar, sino para cuidar: nace una necesidad recíproca que también es promesa y obligación.

¿Sera así o sólo es que he sucumbido a la idea que poetas, escritores y otros creadores nos han venido vendiendo sobre la maravillosa y poderosa singularidad que es el amor verdadero? Construir una relación, ¿es amor? ¿No debería ser hallarla y cultivarla? Y si bien creo que no podría enseñarse lo que es el amor (tal vez sólo guiarnos para saber apreciarlo) estos dos capítulos creo que son valiosos para entender los problemas del otro lado de su espectro y sobre el enorme conocimiento que ya hay al respecto y que debería ser enseñado como parte de la formación de toda persona. Hay educación sexual, ¿por qué no inteligencia emocional con enfoque al amor?

El último capítulo explora lo que hoy percibimos del amor y como esto ha cambiado a muchas costumbres, a la par del empoderamiento que el sexo femenino ha venido adquiriendo sobre la tradicional dominación masculina, dándole a la mujer un papel de decisión en las relaciones románticas. Junto con esto, lo que el avance de la ciencia ha venido ayudándonos en extender nuestra longevidad y en permitir a adultos mayores vivir con mayor actividad sexual.

En el apéndice se incluyen los cuestionarios a los que hace referencia el texto, diversas notas y las referencias bibliográficas.


Corolario

Al margen de este asunto. He usado la imagen de una de las portadas más comunes del libro para ilustrar el tradicional inicio de este tipo de posts que hago. Esta imagen no es la del PDF que circula por la Internet, ¿o sí?

Al lado he colocado la imagen que acompaña al PDF. La imagen incrustada en el documento tiene fondo transparente. aparece esa «í» italizada, la mancha roja a mitad del apellido y lo que parece un «lau r us» degradado (pixeleado). Mi hipótesis es que tanto el texto como la imagen de la portada es el resultado de una labor muy mala (de baja calidad) de piratería vía OCR y en la que se removió el rojo de forma indiscriminada para ser substituido por un fondo transparente.

Abajo he colocado ambas imágenes lado a lado para efectos de comparación. La «í» es el esfuerzo que el OCR hizo por interpretar esa «greca» de píxeles negros que dan fondo a la silueta del corazón.

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