Hace tiempo estuve trabajando pro bono con una ONG mexicana dedicada a la conservación marina. Les estuve ayudando en el mantenimiento de su sitio web. Fue una experiencia sui generis que en algunos momentos rayó en lo frustrante.
La ONG es administrada por gente que, como es de esperarse, es apasionada por el medio ambiente y no tiene pizca de idea por las cuestiones técnicas que implica un sitio web y campañas en redes sociales. Así no fue raro, realmente, encontrar que no entendieran mucho de la terminología necesaria para la administración básica de su sitio web y que estuvieran a merced de lo que los diseñadores gráficos (incluso de servicio social) les pedían e indicaran.
Lo que sí me causó molestia es la forma en que a los diseñadores web de la región donde la ONG tiene su sede están siendo preparados: arrogantes, ignorantes, especialistas en culpar o delegar al «programador» todo aquello que no sea «editar imágenes» o videos. Nada de HTML, poco de CSS. Creen que su labor es solamente poner elementos gráficos y colores en una página web y todo lo que tenga que ver con su presentación (el rendering) es «responsabilidad del programador que trabaja con Java» (sic). Esos chicos tienen una perspectiva profesional muy limitada y corta. Así, nuevamente, tanto con estos supuestos diseñadores gráficos como con la gente de la ONG, pude comprobar aquella máxima de «no se puede administrar lo que se desconoce».
Finalmente, después de que la principal representante de esta ONG se pronunció en contra de las actividades y políticas ambientales del pasado gobierno (sip, del de López Obrador), empezó a recibir amenazas por sus declaraciones y actividades, por lo que sus actividades las pusieron en stand by en espera de mejores tiempos por venir.

