Mi esposa compró un domino para su negocio hace ya algunos años. En un descuido, perdió la renovación hace uno o dos años (como le ha pasado a las empresas más grandes y notorias). En aquella ocasión supimos que GoDaddy lo había comprado.
Lo que me molestó más del asunto fue que esta empresa, como gestionadora de nombres de dominios, seguramente tiene acceso a registros y avisos de dominios que expiraron, haciendo fácil adquirirlos en lo que bien podríamos llamar «un secuestro» para aprovechar estos descuidos. Más me molestó que al asomarme a los servicios de GoDaddy y revisar el estado del dominio (si alguien ya lo estaba explotando, por ejemplo), me presentaran una página en la que indicaban que el dominio estaba disponible y se hacía alaraca de que un «profesional» de GoDaddy me «asesoraría sobre el precio adecuado para comprar el dominio», dejando en claro que para GoDaddy comprar dominios para revenderlos a gente que ya los había cultivado no era más que un negocio de ética cuestionable.
En esa ocasión optamos por dejar ese «.com» y cambiamos a un «.pro«. Pasó el tiempo y el viejo dominio «.com» volvió a estar disponible. Ya lo recuperamos. Sólo espero que esa compra abusiva hecha por GoDaddy tiempo atrás haya sumado a sus pérdidas de su período fiscal.


