A la par de Rock 101, otras estaciones surgieron. Muchas trataron de copiar lo que Rock 101 hacía pero el comercialismo de la cadena a la que pertenecían las radiodifusoras imperó y no salieron de tocar lo que vendía en ese momento. La TV tomó conocimiento del boom de la industria de radiodifusión muchos años después, cuando Rock 101 ya era algo más que una estación consolidada y ya era todo un referente generacional. Fue hasta entonces que llegué a ver por primera vez a Luis Gerardo Salas (el fundador de la estación) en una mesa redonda en TV (cuya voz, por cierto, no era la que identíficábamos como la de la estación, esa distinción la tuvo primero Federico Lira, quien dio personalidad al concepto de la «idea musical» con las viñetas que empezaron a acompañar las grabaciones de la estación). Él (Luis Gerardo) mencionaba el reto de la estación no sólo por traer música y educar al radioescucha en ella (conforme al propósito de la estación) sino también atraer al conocedor y melómano experimentado. Creo que Rock 101 cubrió y cumplió con creces el reto.

A pesar de ya haber estaciones dedicadas a la «música moderna» y rock and roll con mayor antigüedad, Rock 101 fue el impulsor de traer nuevos géneros y evitar quedarse con lo «socialmente aceptable» que esas otras estaciones programaban. De ellas, sólo Stereo 100 y Radio Universal son las únicas sobrevivientes a cuando escribo esto.

De las copias y competidores, la única digna de ser mencionada es Stereo 97.7, que tuvo la creatividad y aplomo suficiente para competir en sus propios términos y estilo contra Rock 101 (cuya batalla llegó a ser algo que cobró vida per se; me refiero a que fue algo que uno llegó a prestar atención por la batalla y creatividades desplegadas, independientemente de las estaciones).

La salida de Rock 101 del aire (tras un cierto periodo de decadencia) trajó también un «apaciguamiento» en la creatividad radiofónica de todas estas jóvenes radiodifusoras.