Inicio una nueva serie de entradas. En ésta voy a concentrar lo que parece será algo que, lejos de disminuir o mantenerse contenido, va al alza. Algo que particularmente se ha incrementado a raíz del obradorato (y su actual continuación), un periodo en el que parece que se le dio rienda suelta la incapacidad, la estupidez, y se favoreció a todos esos individuos que la exhiben (y que parecen genéticamente preparados para abrazarla como filosofía de vida).
Se trata de algo de lo que ya he escrito en muchas ocasiones, bajo muchos títulos por lo que las entradas al respecto se encuentran muy dispersas en el time line de este blog y para las que creo es mejor concentrarlas de alguna manera. Ya iré colocando enlaces a esas entradas previas conforme evolucione esta serie.

Creo que de todas esas entradas, las más representativas son aquellas en las que he usado la frase que da título a esta serie. Una frase que adopté como motto desde hace tiempo (creo que desde que trabajé en Banamex, pero lo cierto es que esta incapacidad humana la he confrontado desde mucho tiempo atrás).
