Los capitalinos ya dábamos por pasado septiembre, el mes que más tememos, pero los pasados dos días previos a cuando escribo esto, se presentaron varios micro sismos locales en la Ciudad de México (dos de ellos se llegaron a sentir) y uno que otro foráneos que activó las alertas de algunas aplicaciones.
Aunque esta sismicidad local se ha hecho notar desde los pasados tres o cuatro años, es mucho más antigua. Pero, no tendría mayor relevancia de no ser por la existencia de las diferente alertas sísmicas con las que contamos hoy. Lo frustrante es el que todas éstas resultan inútiles con algo que es local.
Justo cuando empezábamos a sentirnos algo seguros con la existencia de la alerta sísmica, el sismo del 17-9 nos recordó nuestra fragilidad e insignificancia ante las fuerzas de la naturaleza. Para cuando comenzábamos a olvidar y sentirnos nuevamente seguros, la falla que se ubica en la zona de Plateros-Mixcoac nos envío algunos recordatorios y hoy nos recuerda nuevamente su presencia.
Las autoridades y la UNAM dicen que no hay un riesgo inminente mayor. Muchos decimos que «si el río hace ruido…»
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