No hace mucho fui a la máquina de BioBox más cercana a deshacerme de unos 43 envases que había acumulado. La máquina no funcionaba. Reportando el problema me indicaron otra cercana (que ya había visto pero olvidé). Después de dos días decidí ver si la cercana estaba ya arreglada. No. Así que me encaminé a la otra

La otra máquina funcionaba, pero ya estaba llena («hasta el ke ke» como decimos por aquí en la CDMX en esta época). Como pude busqué acomodar los envases que se asomaban en el alimentador. Yo no me iba a regresar con mi basurita a casa.
Mientras hacía maniobras, en varias ocasiones la puerta del alimentador amenazó con atrapar mi mano. Es una puerta que sube y baja. En algún momento, debido a que la puerta bajaba, no logré acomodar al envase siendo alimentado y este fue atrapado verticalmente por la puerta. Ahí note que el mecanismo tiene fuerza y que definitivamente mi mano podría atraparla y lastimarme seriamente al buscar zafarme.
Ya habiéndome desecho de mis envases, reportaba el estado del dispositivo al personal de BioBox. En su respuesta comentaban que ya habían avisado al personal de recolección para que vaciaran esa máquina y el técnico comentaba que tras ello debía recalibrar básculas y sensores por el maltrato del personal de recolección.
Aunque no creo que los técnicos que atienden estas máquinas tengan un salario exorbitante, tampoco creo que ganen sólo el salario mínimo. La cantidad de PET que una máquina llega a juntar quizás pueda llegar a un día de salario mínimo (y no se llenan en un día) pero definitivamente no llegan a cubrir el salario de uno de estos técnicos. Así que uno se pregunta, ¿cuál es el modelo de negocio de esta empresa? El reciclaje no, definitivamente no. Estoy casi seguro que los principales ingresos vienen de la publicidad que las máquinas despliegan en sus pantallas o colocan en las paredes de éstas, pero aun así no me convence. ¿Será que además reciban una subvención gubernamental por impulso a «iniciativas ecológicas»?
