Hace unos días vi por Netflix la última película de sobre la historia de esas criaturas que dieron mucha de la fama que Ridley Scott tiene: “Alien:Covenant”. Una decepción.
Esta serie ya estaba en franca depresión tras la tercera entrega con Sigourney Weaver. La cuarta cinta ya fue estirar demasiado una historia que iba muy bien con las dos primeras cintas.
No es de sorprenderse que Prometheus, tuviera tan buena recepción, al dar un nuevo enfoque y aire a la franquicia. Dejando muchas más preguntas abiertas a las que cerraba. El que se hiciera una precuela (y buena) era un éxito asegurado. Y ese éxito fue porque el público esperaba respuestas.
Pero, en ese mismo sentido, el volver a estirar la historia, con no más que una grotesca historia de monstruos espaciales, un sintético descarriado, gráficas escenas que hoy ya no sorprenden a nadie y menos responder a las preguntas por las que todos claman desde la primer cinta, es preparar una fórmula apta para el desastre. Y así fue.
Algo que me llama la atención es la ausencia de Guy Pierce en los créditos.

