Semiótica

Hacia fines del siglo XVII, John Locke (1632-1704) propuso un nuevo campo de investigación llamado «semeiotike«, la “doctrina de los signos”, e invitaba a “considerar la naturaleza de los signos que la mente utiliza para comprender las cosas o transmitir conocimiento a otros”1. Con el tiempo ideas y nombres similares se fueron dando pero no fue hasta con el lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857–1913) que la idea empezó a echar raíces.

Un signo lingüístico, tal como lo define Saussure, es un fenómeno de dos caras, una relación que vincula una imagen acústica y un concepto, o un significante y un significado. El vínculo no es entre una cosa y su nombre sino entre un patrón de sonido y un concepto. Esa relación es interna al lenguaje, interna a la mente e independiente de la realidad externa. Por lo tanto, un signo lingüístico no “representa” un mundo externo sino que lo construye: un árbol que se significa con la palabra árbol no es un árbol real sino el concepto «árbol». Del mismo modo, un significante no representa el significado, sino que lo construye.

El significante y el significado son “funtivoscopresentes o coocurrentes, aunque en diferentes estratos, siendo el primero más abstracto que el segundo. En sus respectivos estratos “existen” en un contexto de otros significantes y significados, respectivamente. Cada uno se mantiene unido y separado de los otros significados y significantes en sus respectivos estratos por similitudes y diferencias; eso es lo que los hace parte de un sistema o estructura.

Qué significante se empareja con qué significado se determina por convención; es arbitrario desde un punto de vista empírico. El mundo externo entra en relación con la estructura interna por la proyección de la estructura interna sobre el mundo externo. Esa visión logocéntrica simplifica demasiado el vivir-en-el-mundo de un ser y su compromiso con ese mundo hasta el punto del solipsismo. La relación interna semiológicamente estructurada del significante con el significado estructura, organiza y orienta analógicamente a los usuarios del signo hacia el flujo de percepciones que reciben del mundo externo. Esta es una visión nominalista, tanto del lenguaje como del mundo.

Hay muchas razones por las que el modelo semiológico del signo —diádico, inmaterial y confinado a un sistema herméticamente sellado llamado lenguaje— llegó a asumir un poder paradigmático sobre la semiótica en general. La principal razón es estructural: sólo los seres humanos tienen cultura. No todas las características que constituyen la cultura son únicamente humanas, pero el lenguaje sí lo es. Lo que hace que el lenguaje humano sea único es la langue y el signo lingüístico es el elemento definitorio de la langue.

La característica definitoria del signo lingüístico es su estructura binaria, en la que los elementos de la díada se mantienen unidos por una relación que es arbitraria o convencional (en oposición a la natural). A partir de esto se plantea la hipótesis de que, si bien la institución únicamente humana llamada «cultura» no es idéntica al lenguaje, porque su único rasgo ciertamente humano es el lenguaje, la forma elemental de la cultura debe estructurarse según las líneas de la forma elemental del lenguaje (forma o lingüística).

La semiótica comenzó como una investigación académica del significado de las palabras (lingüística), pasó a examinar el comportamiento de las personas (antropología y psicología), luego evolucionó para convertirse en una investigación sobre la cultura y la sociedad (sociología y filosofía), luego pasó a ayudar con análisis de productos culturales (cine, literatura, arte – teoría crítica), y finalmente y más recientemente se convirtió en una metodología para investigar y analizar el comportamiento del consumidor y las comunicaciones de marca.

Se ha constituido como una forma de ver el mundo y de comprender cómo el paisaje y la cultura en la que vivimos tienen un impacto masivo en todos nosotros de manera inconsciente, donde vemos signos, símbolos y señales. Y las señales no necesitan ser visuales, también pueden ser señales sonoras o sónicas, como el sonido de una sirena de policía, que generalmente se escucha antes de que se vea el vehículo, o el canto de un gallo al amanecer.

La siguiente señal (significación, gesto) significa que todo está bien (reminiscencia de los gestos de los emperadores romanos decidiendo la suerte de alguien en el Coliseo), pero en el buceo significa subir a la superficie y, al lado de la carretera, significa que quieres «pedir un aventón» (hacer autostop, take a ride).

Así, necesitamos entender el contexto en el que se comunica un signo para comprender su significado real, en algunos casos necesitamos «esperarlo» (es decir, estar en un proceso de comunicación donde el siguiente signo con altas posibilidades de aparición es uno de un conjunto muy específico) y, por lo tanto, nos permite actuar adecuadamente ante su aparición. Lo que sucede alrededor del signo, para interpretar su significado, suele ser tan importante para nosotros como el propio signo .

Referencias

  1. «Semiotics«, encyclopedia.com, web. Visited: 2022.03.16. URL: https://www.encyclopedia.com/literature-and-arts/language-linguistics-and-literary-terms/language-and-linguistics/semiotics.
  2. «Semiotics«, wikipedia.org, web. Visited: 2022.03.16. URL: https://en.wikipedia.org/wiki/Semiotics.
  3. «Semiotics«, brittanica.com, web. Visited: 2022.03.16. URL: https://www.britannica.com/science/semiotics.
  4. Albert Atkin, «Peirce’s Theory of Signs«, Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2013 Edition), web. Edward N. Zalta (ed.). Visited: 2022.03.16. URL: https://plato.stanford.edu/entries/computer-science/.
  5. «What is Semiotics?», Sign Salad, web. Visited: 2022.06.07. URL: https://signsalad.com/our-thoughts/what-is-semiotics/.

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